sábado, 2 de octubre de 2010

Guatemala ante el espejo de Puerto Rico: los casos de experimentación con pacientes y presos

Una vez más los puertorriqueños tenemos la oportunidad de reflexionar sobre hechos de nuestra particular historia y verla reflejada en un país latinoamericano. Un ejemplo sencillo y también reciente que viene a mi memoria, es la ocupación por parte de la Marina de Guerra estadounidense y su eventual salida de los territorios aledaños al canal de Panamá y de la isla municipio de Vieques. Fueron historias particulares y locales que formaron parte de un proceso global mayor de la política imperialista de los EE UU en América latina. Hoy en día, Vieques y los territorios aledaños a la Zona del Canal comparten una serie de problemas relacionados con la contaminación de los terrenos con residuos militares.

            Más allá de los paralelismos de la historia de las intervenciones militares estadounidenses en América Central y el Caribe, se suman a éstas una serie de agravios comunes en nuestra historia latinoamericana.  En  el día de ayer se anunció la publicación de un estudio de la Profesora Susan Reverby (Departamento de Estudios de Género y de la Mujer en la Universidad de Wellesley) que refleja cómo alrededor de 696 personas -entre las que se incluían pacientes de hospitales psiquiátricos, presos y soldados guatemaltecos-, fueron infectadas con sífilis y gonorrea por médicos del servicio de salud pública estadounidense. Los experimentos médicos que se realizaron, de los que los sujetos o sus familiares nunca fueron informados, tenían el propósito de estudiar los efectos de esas enfermedades venéreas y cómo la penicilina podía combatirlas. Según el estudio de la profesora Reverby, en los estudios en Guatemala primero fueron utilizadas prostitutas con gonorrea o sífilis para infectar a los presos o pacientes de manicomios. Cuando se comprobó que fueron muy pocos los hombres infectados, entonces se pasó directamente a la inoculación de los reclusos y pacientes. A la mayoría de los pacientes se les trató con penicilina tras contraer la enfermedad, pero no se sabe si alguno llegó a curarse. Sí se sabe que durante las pruebas uno de los sujetos falleció, pero no están claras las razones de su muerte. La profesora Reverby descubrió estos experimentos cuando revisaba unos informes sobre el Experimento Tuskegee (experimento realizado en Tuskegee, Alabama, EE UU sobre la progresión natural de la sífilis en la población negra cuando no era tratada). Ante estos hechos, la Secretaria de Estado de los EE UU, Hillary Clinton y la Secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, no tuvieron más remedio que ofrecer rápidamente unas disculpas públicas por aquellos experimentos realizados en Guatemala durante los años de 1946 a 1948.


El Instituto Tuskegee (en el estado de Alabama), donde se hicieron las experimentaciones de progresión natural de la sífilis en la población negra de ese estado.

            Cuando estuve leyendo sobre este tipo de experimentación con pacientes y presos, vinieron a mi mente dos casos relacionados con Puerto Rico. El primero, el del infame Dr. Cornelius P. Rhoads, que con el auspicio de Instituto Rockefeller realizó experimentos con células cancerosas en ciudadanos puertorriqueños, trece de los cuales murieron. Este médico fue enviado a Puerto Rico por el Instituto Rokefeller para Investigaciones Médicas (hoy día Universidad Rockefeller) en el año de 1931. Dicho médico, le confesó en una carta a su amigo también patólogo, Dr. Fred “Ferdie” Waldorf Stewart que con el propósito de exterminar a los puertorriqueños había asesinado a ocho personas y le había trasplantado el cáncer a varios más. He aquí un extracto de la carta con dicha confesión:

“The Porto Ricans (sic) are the dirtiest, laziest, most degenerate and thievish race of men ever to inhabit this sphere... I have done my best to further the process of extermination by killing off eight and transplanting cancer into several more... All physicians take delight in the abuse and torture of the unfortunate subjects.

Traducción al español:
(“Los puertorriqueños son la más sucia, vaga, peligrosa y ladrona raza de los hombres que habitan en esta esfera... He hecho mi mayor esfuerzo para promover el proceso de su exterminio al matar a ocho y trasplantando el cáncer a varios más... Todos los médicos sienten placer en el abuso y la tortura de los desafortunados sujetos.”)

El infame, asesino y mal llamado médico, Cornelius P. Rhoads (para muchos de nosotros "Cornelio Rodas", nombre de la personificación que de él hiciera Jacobo Morales).

            La historia sobre la divulgación de esta carta está relacionada con el Dr. Pedro Albizu Campos, a quien llegó la carta a través de un joven nacionalista, Luis Baldoni, quien era técnico en los laboratorios utilizados por los médicos de la Fundación Rockefeller. El asesino había dejado la carta fechada el 11 de noviembre de 1931 en un cajón de su despacho. Cuando esta carta llegó a manos del dirigente del Partido Nacionalista, se envió copia a la Liga de Naciones, la cual no intervino en este grave asunto. De igual forma el gobernador estadounidense de turno, le asignó el caso al fiscal José Ramón Quiñones, quien no formuló ningún caso al médico a pesar de que durante su investigación pudo confirmar la muerte de 13 individuos durante los experimentos.

            Bueno, y si se trata de presos, el mismo Dr. Pedro Albizu Campos fue una víctima de la radiación con propósitos de torturarle después de su encarcelamiento a raíz de la Proclamación de la República en octubre de 1950. El Dr. Rhoads, a pesar de las acusaciones a las cuales había sido sometido en Puerto Rico, en el año 1945 había recibido varias condecoraciones y nombramientos. Entre ellos, La Legión del Mérito, director del Instituto Sloan-Kettering para la Investigación del Cáncer, y asesor de la Comisión de Energía Atómica (CEA) de los EE UU. Es aquí cuando Rhoads obtuvo una posición que a partir de 1950, le daría la oportunidad de tomar las represalias contra el Dr. Albizu Campos por este haber denunciado sus experimentos en la isla. Las conjeturas del investigador Pedro Aponte Vázquez le llevan a pensar que fue el mismo Rhoads el que sugirió el uso de la radiación para la tortura de Don Pedro. Decía Don Pedro sobre dichos ataques:

“Cuando uno recibe el ataque atómico se le hincha todo el cuerpo; cuando uno quiere leer, no lo permiten; le lanzan rayos a los ojos. Bajo ese régimen me han tenido tres años. De este crimen, repito, es responsable el gobierno de Estados Unidos y del mismo han sido víctimas casi todos los nacionalistas. La Princesa es un centro de crimen.” (Texto citado en Aponte Vázquez, Roberto. (1984). Yo acuso: tortura y asesinato de Pedro Albizu Campos. Ponencia presentada ante el Comité de Descolonización de la ONU).

Pedro Albizu Campos enseña sus piernas quemadas a causa de la radiación a la que fue sometido en la cárcel La Princesa en San Juan, Puerto Rico.

            En fin, una vez más, somos testigos de cómo los Servicios de Salud Pública y los organismos represivos de los Estados Unidos intervinieron conjuntamente en diversos países latinoamericanos con el propósito de experimentar con pacientes y presos, tanto comunes como políticos y de guerra.  Ante estos hechos queda demostrada la noción de entender al latino, caribeño y negro como un ser inferior e indigno de merecer el mínimo respeto a su vida. En el año 1994, bajo la administración del presidente William J. Clinton, se hicieron públicos unos informes que afirmaban que se habían llevado a cabo experimentos con radiación a prisioneros y que Albizu Campos fue uno de ellos. Espero que algún día de estos el gobierno de los Estados Unidos además de pedir perdón se digne en recuperar y promover la memoria histórica de estos hechos. Además, que se brinde una justa compensación a las víctimas.  Con la desclasificación de los documentos se ayudaría a la clarificación de los casos, la adjudicación de responsabilidades y abriría la posibilidad de que los interesados pudieran estudiar y hacer público el alcance de dichas políticas de agresión.

                Aquí también les dejo este interesante vídeo, en el cual Corbett Report analiza e investiga las intenciones "filantrópicas" de ciertos millonarios (entre ellos Bill Gates, Oprah Winfrey, Warren Buffett, Michael Blommberg, etc) quienes continuamente se reúnen en secreto para financiar proyectos  motivados supuestamente por la empatía hacia las necesidades de los sectores desfavorecidos. Además, en este vídeo se menciona cuáles fueron los inicios de la Fundación Rokafeller (encargada de financiar el proyecto de Rhoads en Puerto Rico), y sus vínculos con el proyecto sobre el control de la población, Eugenics. A lo largo del mismo, además del caso de Cornelius Rhoads, se hace mención a otros médicos que estuvieron vinculados con la fundación y con dicho proyecto como Alexis Carrel e Hideyo Noguchi


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