domingo, 5 de abril de 2015

De la cuestión nacional: de Grecia a Puerto Rico

“La clave está en construir patria,
la clave es construir pueblo,
la clave es construir
independencia nacional.
Sin eso no hay nada.”
Manuel Monereo Pérez (Izquierda Unida, España)
I.
            El eterno debate sobre el asunto nacional entre las diversas tradiciones del pensamiento y la práctica política resulta que, después de haberse declarado veinte veces muerto, ha resucitado una vez más. Las posibilidades de cambio político, entiéndase las rupturas de los modelos bipartidistas anquilosados en el sur de Europa, cómplices de los patrones que devengaron en las múltiples crisis que se viven por esos lares –y también en estos–, ha abierto las puertas para poner en cuestión el asunto de la soberanía nacional nuevamente. Por años, y para muchos, pareció que este era un tema superado, sobretodo en el contexto europeo, teniendo en cuenta sólo las excepciones de las nacionalidades sin estado. Sin embargo, el pasado 25 de enero, el triunfo de SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) en las adelantadas elecciones legislativas griegas nos da la posibilidad de examinar ya no sólo la perspectiva teórica, sino más bien cómo se utiliza el instrumento de la soberanía nacional como mecanismo de negociación en eso que llamamos la realpolitik.
            Hace apenas un año en los medios corporativos estadounidenses y sus réplicas en San Juan se resaltaban las similitudes entre los casos de la deuda de Puerto Rico y Grecia. Resulta que sí podríamos establecer ciertos paralelismos basándonos en tres (3) criterios que aquí resalto: el papel de subordinación económica-política tanto en el modelo de la Unión Europea para los países del sur (periferia), como puede ser el caso de Grecia, y la situación de subordinación colonial para nuestro caso, la ilegitimidad de parte de la deuda adquirida de forma irresponsable por gobernantes que presupuesto tras presupuesto recurren al financiamiento externo y finalmente los ajustes o las llamadas políticas de austeridad, que como vimos en las décadas de 1980 y 1990 en América Latina, y como además vemos actualmente en nuestro país y en el sur de Europa, sólo resultan en la profundización de la pobreza, la inequidad distributiva y en la ampliación de las diversas crisis.
II.
            Ahora bien, ¿estos tres paralelismos –aun pareciendo forzados– nos hacen ser como Grecia? ¿Son nuestras crisis iguales? Bien sabemos que no. Son muchos los factores que hacen que nuestras respectivas crisis sean particulares a nuestros contextos, sobre todo cuando nosotros carecemos de las posibilidades que nos da la caja de herramientas de la soberanía nacional.
            He allí el vínculo con lo que expuse inicialmente en este escrito. Y es que el primer ministro griego Alexis Tsipras, aun viniendo de una tradición política que tradicionalmente ha planteado un continuo debate con el asunto nacional, ha sabido utilizar muy bien este como elemento movilizador del pueblo griego frente a las políticas de austeridad que se le imponían desde el Banco Central Europeo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (la llamada troika).
            El pasado 20 de febrero, el ministro de finanzas griego, Yannis Varoufakis ha podido utilizar elementos de esa caja de herramientas que se llama soberanía nacional, sustentada y nutrida por el pueblo en retaguardia (la nación), para poder negociar con el Eurogrupo un aplazamiento del rescate a cuatro meses más. Si mal no recordamos, antes del proceso electoral se especulaba que con SYRIZA, Grecia caería en el abismo económico pues se vería forzada a salir de la zona euro. Pues bien, aún por El Pireo no se han aparecido las temidas bestias apocalípticas. En todo caso, las bestias del miedo han tenido que esconder su cola –“el miedo ha cambiado de bando”–, porque detrás del gobierno se encuentra un pueblo que ha sido llamado a recuperar su dignidad nacional ante el continuo atropello de las potencias centrales europeas y las entidades financieras.
III.
            Y me preguntarán, ¿por qué querer comparar este caso con Puerto Rico? O, ¿por qué traerlo a colación en estos momentos? Puerto Rico, ante las múltiples crisis que se viven y antes las que se irán profundizando como consecuencia del colapso del modelo colonial, necesita de las herramientas de la soberanía que nos provee la independencia. Nuestro país también se enfrenta y tendrá que confrontar el problema de la deuda. Cuando uno debe diez, veinte pesos uno se ve en una posición subordinada frente al otro, pero cuando, como en nuestro caso, la deuda asciende a más de 70.000 millones, la soberanía nos daría las herramientas para poder sentarnos con nuestros acreedores y poder determinar qué y cómo se paga; esto sin tener que someter al pueblo a políticas de austeridad o medidas impositivas regresivas como se pretende en nuestro caso con el IVA. Ese ha sido el ejemplo de SYRIZA en Grecia durante estos primeros meses de gobierno.

            En fin, como jóvenes, entendemos que el Partido Independentista Puertorriqueño, nos brinda esa posibilidad de recuperar la política en el sentido amplio de la palabra. Para decirlo de otra forma, como organización hemos sido depositarios de esa dignidad nacional, para poder no sólo reafirmar una identidad, sino poder utilizarla como herramienta de la política real, esa en la que se batalla si queremos seguir en el embudo hacia la crisis permanente en la que nos ahoga el colonialismo o la superación de dicha condición.