jueves, 19 de enero de 2012

Sobre las fotos de la farándula, la libertad corporal y las presiones moralistas


            Es verdaderamente un bochorno lo que ha sucedido en PRTV, canal de la Corporación para la Difusión Pública del Gobierno de Puerto Rico. Su director, Pedro Rúa Jovet, ha decidido terminar el contrato de Gricel Mamery. En otras palabras, la botan del canal alegando que las fotos difundidas inicialmente por El Vocero y posteriormente en varios medios digitales y escritos del país, representan una falta a las cláusulas contractuales concernientes al desempeño y a la imagen pública.
            ¡Qué obsesión con ganarse sus respectivos paraísos con posiciones moralistas sobre el cuerpo y los espacios públicos! En esas fotos no hay ningún daño a la imagen pública. Lo primero que habría que preguntarse es, ¿qué es la imagen pública? ¿Qué la daña? ¿Cuál es el proceso para dañarla? Y bueno esta para los abogados-juristas, ¿hasta qué punto un contrato laboral puede controlar a quién besamos, quién toca nuestro cuerpo y cómo y con quién bailamos? Gricel es dueña de su cuerpo y decide a quién besa, quién le pone las manos en sus tetas y si baila reguetón o no con alguien que no es su marido. En todo caso, ¿por qué no se emiten juicios de valor contra el que tomó las fotos? ¿Para qué publicar fotos de gente haciendo uso de su libertad corporal? ¿Acaso no la ejercemos todxs?
            Por otra parte, ha sido Pedro Rúa Jovet con su acción y con sus declaraciones hechas hoy al El Nuevo Día, quien proyecta el moralismo corporativo del gobierno de Puerto Rico al público aludiendo que es él (en alusión al pueblo;  por suerte, no señaló al cielo) quien la tiene que “entender o perdonar”. Pero, a excepción de los típicos retrógrados-moralistoides-analistos, las redes sociales han estado llenas de apoyos a la presentadora. Además, ¿ha recibido quejas el canal? ¿Qué tipo de quejas se pueden plantear? ¡Qué les molesta que no sea su marido el que le toque las tetas y la bese!
            Muchos han recurrido a decir que el ambiente de fiesta de la Calle San Sebastián, las copas, los amiguetes justifican la cuestión. Yo diría que tampoco. Estas fotos están justificadas en su libertad como persona tanto en fiesta, como en la semana  santa cristiana. A ella le tomaron las fotos mientras estaba en un balcón de una habitación. Total, ¿quién no ha visto un sostén y unas tetas en su vida? ¡Nada más les hace falta moverse por una playa de la isla para que esos moralistas vayan directo a sus infiernos!
            Esto me recuerda al caso del ex-senador Arango. Muchos moralistoides, lamentablemente criados y apoyados por él, salieron a la carga por la foto en la que enseñaba su ano mientras posaba como un perro. El ex-senador ni tan siquiera negó que las fotos fueran de él, pero después prácticamente lo reconoció al decir que le tendieron una trampa. En ese caso, Arango terminó renunciando del Senado evadiendo así ser apartado del cargo por asuntos de la ética del comportamiento. Incluso, había quienes hacían burla o tomaban posición desde la hetero-normatividad-falocéntrica-machistoide para declarar que el senador tenía que ser gay por esas fotos.
            En fin, aunque son casos distintos en muchos de sus fundamentos, los dos surgen a raíz de fotografías y en los dos casos los protagonistas no han decidido, hasta el momento, hacer una defensa desde la libertad corporal-individual de lo que hacen. No espero que Gricel dé explicaciones, pues no es necesario, sino que cuestione la opresión moral que ha llevado a la corporación a cancelarle su contrato.

lunes, 2 de enero de 2012

La inefectividad de las campañas contra los tiros al aire


            Este año se pudo ver y oír en Puerto Rico una intensificación de las campañas contra la práctica de los tiros al aire. Pero no hacía falta esperar a los reportes noticiosos para saber que de todas formas habría muertos o heridos a causa de esta práctica. Este año fueron cuatro los desafortunados que recibieron una bala como felicitación por el nuevo año. El caso que muchos hemos venido siguiendo a causa de la cobertura en los medios y la gravedad en la que se encuentra la herida ha sido el de Karla Michelle, de 15 años de edad. Ella recibió un impacto a eso de las 11:59 p.m. en el vecindario de Villa Palmeras en Santurce. Ahí, cuando su familia le fue a dar el típico abrazo de las 12, la muchacha estaba tirada en el suelo y con su cabeza ensangrentada.

            Ahora Karla Michelle, una joven talentosa de nuestro país, lucha por su vida con una bala alojada en el cerebro. Ante el dramatismo de este caso, cabe preguntarnos, ¿cuál fue la efectividad de este tipo de campañas?[1] Hoy en ENDI se difundió un vídeo en el que cuatro muchachos —unos cinco minutos antes de las 12— graban los sonidos de los disparos cerca de su apartamento, realizados con armas de diferentes y potentes calibres. ¡Sonidos verdaderamente de una batalla campal!

            Ya sabemos que las campañas pueden tener el efecto de crear solidaridad en las comunidades y concientizar sobre el peligro que implica disparar al aire. Pero entonces surge la pregunta de si verdaderamente impactan o causan algún cambio de actitudes al que tiene la manía de andar armado y que para colmo ya lleva algunos meses pertrechándose con su arsenal de municiones para tal ocasión —como símbolo manifiesto de su poder dentro de las estructuras del narcotráfico o incluso, desde la legalidad para la llamada protección; “porque las cosas están malas”— y resolver todo a fuerza de cañón. En todo caso, si este año la cifra de heridos/muertos fue menos, esto no implica que hubo menos disparos. Por el contrario, pudo haber habido muchos más disparos y muchos más escondidos, como podemos apreciar en el vídeo. ¿En cuántas casas en Puerto Rico se habrá repetido la escena del llamado a la protección dentro de los pasillos? Creo que en muchos. Aún en los pueblos pequeños del lejano occidente, como por ejemplo mi pueblo de Sabana Grande, siempre nos guarecíamos; aunque yo no recuerdo haber escuchado disparos. Recuerdo cuando nos decíamos entre familiares, “vámonos ya adentro que se acercan las doce.” Era la reproducción de la histeria colectivamagnificada y real— que se iba multiplicando cada vez más y que ha llegado hasta el punto de ya no sentirse seguro ni en los espacios de la casa que tengan algún punto de entrada fácil desde el exterior.

            A tal efecto, cabría considerar dos vías de solución para evitar más tragedias como las de Karla Michelle. La primera, viendo que el sistema económico-político-social que impulsa el neoliberalismo fortuñista-reaganista- thatcherista-“teapartier” es el individualismo, pues habría que entonces diseñar una campaña —que de seguro sería más efectiva para el asunto de las tan mencionadas y utilizadas cifras— para que cada cual velara por su vida; y que en vez de salir al patio o al frente de la casa a compartir con sus familiares y vecinos, fueran a los pasillos de sus casas o a los bunkers que te venderá alguna APP para refugiarte. La segunda, que es por la que debemos abogar, implica varias vías de acción colectiva, siendo entre ellas, la promoción de la cohesión social, la instrucción pública, la educación y la disciplina comunitaria por varias vías.[2] Por añadidura, la imposición de medidas legales que impliquen su transformación en efectivas medidas reales para restringir el comercio y posesión de armas, y la puesta en vigor de medidas que detengan de una vez la entrada de más armas al país por vías legales e ilegales (mediante furgones sin inspeccionar, mediante transporte aéreo masivo, mediante entradas por vías aérea o marítima privados).[3] Pero no sólo de medidas legalistas nos debemos proveer como ya mencioné, sino que más que eso hace falta la implementación-revolución de medidas de orden estructural, que además expresen cierta coherencia con lo que queremos que funcione —y de qué formas— en el país.

            En fin, la inefectividad de las campañas de este tipo se hace más evidente y se profundiza aún más con las contradicciones del propio sistema. Por un lado se nos habla de no disparar al aire, y por otro se promueve la violencia estructural del individualismo, la rapiña de los bienes públicos, la merma de la calidad de la instrucción pública, la dejadez que promueve el consumismo, el nihilismo yoista y hasta el ocio violento que promueve el anuncio que va después del de la campaña (como los juegos de vídeo que las Fuerzas Armadas estadounidenses utilizan para promoverse entre los jóvenes). Es por estas y muchas más razones que para mitigar situaciones que son consecuencias de profundos problemas estructurales no podemos depender únicamente de una intensa campaña. En todo caso un gobierno que fuera producto de una democracia real y social implementaría y ejecutaría medidas revolucionarias, sobre todo adaptadas a nuestras circunstancias (sin dejar al lado la perspectiva global de las mismas) contra los problemas que generan la violencia de raíz.


[1] La pregunta se hace más que pertinente cuando el propio sistema —en este caso una parte de él que se llama gobierno— es uno de los principales instigadores de la violencia que se vive en nuestra isla. Con esto no quiero decir, como probablemente me recriminarán algunos, que todo el problema recae en el gobierno, sino que pretendo hacer visible los actos de hipocresía del mismo.
[2] Esta disciplina cívica no implica totalitarismos, así que no se asusten.
[3] Pero, ¿qué más podemos esperar estando sujetos al proceso de las leyes de comercio y aduanas de los Estados Unidos de América? Un país que supuestamente libró una guerra contra las propias armas que ellos habían vendido al gobierno iraquí y que ahora está volviendo a armar descaradamente con el riesgo de que dichas armas sean las que posiblemente se usen para masacrarse entre diferentes facciones religiosas.

domingo, 1 de enero de 2012

Siguen siendo dos caras de la misma moneda


            Ante el recorte presupuestario y la nueva subida de impuestos que pretende imponer el gobierno dirigido por el popular, Sr. Rajoy, los pesoistas pretenden levantar una vez más la bandera de la diferenciación. “Ven, no somos iguales”, “Ahora viene peor”, “Deja que pasen las autonómicas andaluzas” son algunas de las consignas que se pueden leer en las redes sociales y se escuchan en los debates de los analistas oficiosos de las ondas radiales.

            La consigna de la izquierda que resiste de que el PP y PSOE son iguales aún se sostiene. Ambos partidos se diferencian sólo en las reformas políticas de tipo fiscal y de derechos sociales que el sistema económico-político está dispuesto a sostener como válvulas de escape en ciertos periodos históricos determinados. Lo que sucede con esas reformas políticas que son bandera del “progresismo” del PSOE es que no se sostienen en el tiempo; pasan a ser alimento de la reacción porque no se profundiza en un cambio sistémico que nos lleve a un nuevo modelo económico-político-social. Ambos partidos—uno con su progresismo y otro con su reacción— son el equivalente al mantenimiento de lo mismo: “un paso para ’alante y otro pa’ atrás”.

            La izquierda que resiste no puede conformarse con los lamentos de los pesoistas; de lo que quieren hacer pero no hicieron, de lo bien que gestionarían el capitalismo en la crisis (siguiendo al pie de la letra lo que dictan los gestores y dueños de los mercados del capital financiero en el norte opulento). Está claro que el pesoismo forma parte de un sistema hasta el punto que hizo un llamado a las elecciones para transferirle el poder de forma adelantada a los chicos y chicas buen@s del capital; ya que ellos sólo fueron los que prepararon la zapata para la reforma profunda de la vuelta al neoliberalismo y las nuevas adaptaciones para llevar el sistema económico-político al límite de su existencia.