martes, 30 de agosto de 2011

La sala y el pasillo

            Lo reconozco. Soy y seré un prepa eterno. Hoy, por primera vez, intentando retomar una rutina de estudio en la biblioteca, visité la Biblioteca General José M. Lázaro de la UPR-RP. Me sentí entre a gusto y perdido entre el algaretismo cool de los perros que son ratones de biblioteca, las reuniones en las mesas y los que hablan solos mientras caminan.

            Por intuición caminé hasta el fondo del pasillo de entrada. Ahí estaba la Sala de América Latina y el Caribe. Entré y me senté en la computadora con acceso al catálogo digital; muevo el ratón y escribo. No llevaba ni un minuto cuando ya tenía a la bibliotecaria a mi lado. Lo que pensé era un acto de amabilidad y entrega al estudiantado se convirtió en un delirante atropello. Así que en menos de dos minutos ya estaba afuera. Terminé comprendiendo por qué la sala estaba vacía y por qué la hija del ex gobernador lloró el fatídico día que decidió entrar allí.

-¿Qué tú haces aquí?

-Pues estoy haciendo unas búsqueda en el catálogo de algunos libros que me puedan interesar sobre esta temática.

-¿Pero qué tú haces? ¿Qué tu buscas? Eso lo puedes hacer desde tu casa.

Le dije: “Sí, lo sé. Lo que sucede es que aprovechando que decidí venir precisamente a la biblioteca pues lo buscó aquí”.

-¿Pero qué haces? Eso no es así (me quitó el “mouse”). Eso no se busca así, tienes que hacer esto, esto, esto y esto y además no escribas en el catálogo en español. Tienes que escribir en inglés.

-Muchas gracias.

            En ese momento pensé que se iría de mi lado y que por fin podría hacer la búsqueda. Pero no. Se quedó allí observándome.

-Así no se hace, te dije. ¿Pero que tú estás buscando? ¿Qué haces aquí?

-Muchas gracias señora. Adiós.

            Me levanté, salí a respirar y a caminar.

            Ante una sala bibliotecaria vacía, en clausura y con barrera humana incluida, decidí irme al “lobby” del REB en busca de algo de aire y donde pasar la ira; algo así como los pasillos de Chardón en el RUM.

            Ante las salas clausuradas y vacías, hubo un “lobby” abierto al conocimiento y debate. Rápido recibí las hojas que reparte el maestro retirado. Hablé con él por unos quince minutos sobre las falacias de la economía sustentable-sostenible, sobre el poder de los Rothchild, sobre las privatizaciones globalizantes, sobre el militarismo, la economía cubana y la crisis del capitalismo global, entre otros temas.

            La charla alegró mi tarde. Sus fotocopias son muy parecidas a las que prepara un personaje que solía ver mis en mis primeras visitas a la UAM. Este iba de forma esporádica a repartir sus cuartillas escritas con el flujo de consciencia. Recuerdo aquello de la “república estalinos-laica-etarra-monárquica”. Son aquellos que solemos llamar los “loquitos-genio”. Pero, que en todo caso son aquellos que han recuperado la cordura y han abierto su mente al compartir a través de la lectura, la escritura y la charla. En cambio, la biblioteca de la razón seguirá cerrada por una barrera humana.

sábado, 27 de agosto de 2011

Cuando me iba…

            Hoy por poco me iba de Puerto Rico, pero el destino e Irene me devolvieron a Piñones. Allí, como si de una llegada se tratara, recargué energías para una semana más. ¡Y cuánta energía y sabor!

            Un sábado, al mediodía, se pueden escuchar y ver las sonrisas más hermosas del país. Demás está decir que se pueden escuchar las conversaciones más interesantes.

El musicólogo

-Oye, ¿esa estación que tienes puesta es la Z? ¿Tú te acuerdas de cuando Óscar de León le hacía los coros a Daniel Santos? Yo tengo un video de eso. Daniel nació en Trastalleres, en la Calle Aguacate, que todavía está por ahí.

Las maestras retiradas

-Oye, ¿dónde estará Vega Borges?

-Pues… algunos dicen que está de vacaciones (en un crucero), otros que se fue a hacer una cirugía plástica y hay gente que dice que está muy enfermo.

-Yo creo que nosotras le dimos clase en octavo grado.

-Pues tendría que ver las fotos de mis grupos. Las tengo todas y las guardo con mucho cariño.

-Mira pa’llá chica como están esas hormigas bravas ahí. Esas sí que pican; son colarás y bien bravas.

            La otra maestra se quedó como si no fuera con ella el asunto. No estaba dispuesta a abandonar el banquito hasta que tuviera asegurada otra silla. Las hormigas, en todo caso, no le picarían. Ella estaba muy segura de ello. Pero en tanto, su compañera, de aquellos años en que el libro de estudios sociales de tercer grado estaba un poquito menos sesgado, tuvo aseguradas dos sillas, se paró como si tuviera un resorte.

-¡Uy fó’ qué peste! Debe de haber un pozo muro por allí.

-Ese es el olor del mangle, riposto la otra.

-¡Uy fó’! ¡Apesta a pozo muro!

            En eso, se metió un señor que acompañaba a una señora empecinada en sacarle la crema al coco con el dedo y dijo: “Allí hay una letrina, señora”.

            ¡Ave María! ¡Qué peste! Cuando nos den las alcapurrias arrancamos.

            El señor entremetido y con gafas dijo: “¿Usted no se acuerda de la peste de su juventud?”

            La señora se hizo la desentendida.

Los analistas políticos

-Tomy ya le tiró la toalla a Arango. Él siempre le tira la toalla a to’s los malos.

-Sí, esas fotos están brutales. Eso es como el ojo de un huracán. ¡Una cosa grande y pelú’a, diría Susan!

La boba

            De repente, vino la vendedora de lotería tradicional.

-¡Viene, viene! ¡Llévate, llévate para el miércoles y para el millón! ¡Traigo la boba, ya llegó la boba!

-Dame cinco pesos de los del millón.

-¡Viene, viene! ¡Pa’l miércoles y pa’l millón! Chequea tus pedazos con la boba.

-Chica pero ven acá, ¿qué es eso de la boba?

-Pues esos son los números premiados. Es la boba porque la lista soy yo. ¡Viene que traigo la boba!

-Mera, chequeame estos pedacitos en la boba.

-¡Ave María! Este billete me lo pidieron, pero no me acuerdo quién fue, dijo esforzándose por recordar dónde había anotado aquel nombre.

           Y de repente el niño.

-¡Papi, por favor dame las llaves! ¡A mí no me gustan las alcapurrias! ¡Quiero agua de coco! ¡Ummmm… qué rica está! ¡Señora! ¡Buen provecho!

            De repente la señora dijo que se iba. La lista se fue con su boba y su carpeta de billetes encaramada en la cabeza. ¡Maestra del equilibrio se fue culipandeando!

miércoles, 17 de agosto de 2011

La Noche


Un personaje de Sabana Grande


            Se asomó por la puerta de cristal de la oficina del dentista. Da el saludo de rigor a esas horas de la mañana: “buenos días” y toma el primer asiento. Disfruta del momento en la cómoda silla y el acondicionador de aire. Mira a todos directamente a los ojos; todos lo miran a él y con un miedoso silencio le escuchan.

—Me acuerdo que aquel día llegué a la casa de Teresa. Y me dijo: “baja que voy a hacer algo con Ché que tú no puedes ver”. ¿Saben lo que era? (Nadie contesta). Que le sacó un colmillo (y gesticula con las manos) con un alicate.

—También me acuerdo cuando en la Central le gritamos a Ernesto: “salte que la máquina aplanadora viene”. No nos hizo caso y lo aplastó. Quedó como una sardina.

            El de al lado, con un gran dolor en el “cordal 31” (así le dijo a la secretaria cuando llegó) le preguntó que si eso había salido en las noticias del canal 6. La Noche no contestó. Decidió pararse e irse a hacer sus gestiones diarias. La gente se miró y quedó satisfecha con la pequeña intervención de este singular personaje de la gran sabana a tan temprana hora. Unos quedaron viendo la interrumpida señal digital que ahora nos venden como la panacea en pantalla plana, otros leían el periódico, algún libro, revistas de faranduleo y de alta sociedad mientras que otros sencillamente se miraban las caras.

            Pero La Noche volvió unos quince minutos después. El calor caribeño iba calentando más y más, por lo que un poquito de fresquito no podía venir mal. Repitió el procedimiento: miró por la ventana y entró como en la sala de su casa. Se sentó e interrogó a la señora que estaba cargando su bebé:

—¿Ese bebé es tuyo?

Ella gesticuló que sí.

—Por ese bebé si vas a los cupones te dan doscientos pesos. Con eso puedes hacer una compra grande: arroz, sopas, carnes, de todo. Y si tienes otro te dan más.

            Ella no contestaba. Eso sí, lo miró fijamente a sus claros ojos.

            Ahí entonces sacó de forma muy delicada, como acariciándola, su sinfonía y tocó “Los besos de aquella noche”. El bebé estiró su cuello y buscó de donde venía aquella placentera melodía. La Noche le hizo algunas cucas monas con su mano. Sabía que era su mejor oyente en aquella sala.

            Cuando culminó con su típico “¡Wepa!”, le preguntó a la chica si el bebé cumplía años hoy. Ella le contestó con otra pregunta: “¿Qué cuántos tiene o que cuándo cumple?” Él, haciendo caso omiso a la pregunta, le dijo: “para mí que cumple hoy y por eso le voy a tocar el Cumpleaños feliz”. Y así fue. Cuando acabó la melodía, prosiguió: “puedes comprarle un bizcocho para él y la familia. Te los hacen por veinte pesos en Minillas. Tú pasas el palo de mangó y preguntas por ahí por la señora. Todos la conocen”.

—A mí no me compran ya bizcochos porque yo ya mismo me muero. Ya hablé con Avilés y con Avellanet para que me entierren para’o. Ellos me van a hacer el favor. Necesito que sea así porque si me acuestan no podré tocar la sinfonía.

miércoles, 10 de agosto de 2011

De cuando se “hace lo que hay que hacer”

          En estos días hemos sido testigos de cómo el presidente del Banco Gubernamental de Fomento (BGF), el señor Batlle, y el gobernador de Puerto Rico, el señor Fortuño, se han presentado ante los medios de comunicación como los salvadores de las finanzas de Puerto Rico ante el mercado global. Para colmo, han querido presentarse como gestores ejemplares para el gobierno federal. Dice Batlle, en su escrito de opinión, Haciendo lo que hay que hacer: “Puerto Rico está al frente precisamente porque hicimos a tiempo lo que ahora otros estados y países, e inclusive el gobierno federal, van a tener que hacer”.[1]
Las colonias o territorios no incorporados definitivamente dan lecciones a los imperios; sobre todo cuando se ha tratado de las luchas anticoloniales que se han mantenido constantes por largos años. Pero en este caso, y siguiendo las lógicas de los mercados capitalistas adaptados a la especulación financiera, ¿qué hay de ejemplar en qué degraden la clasificación de las Obligaciones Generales del Gobierno de A3 (abril de 2010) a Baa1 (agosto de 2011)? Si te degradan además los bonos de Obligaciones de Pensiones, de la Autoridad para el Financiamiento de la Infraestructura, la Autoridad del Distritito del Centro de Convenciones, El Banco Gubernamental de Fomento, la Autoridad para el Financiamiento Municipal y la Autoridad de Carreteras, ¿es eso ejemplar?
A fin de cuentas estos jueguitos de letras y números no nos atañen a los ciudadanos de a pie. Estas adaptaciones (inventos), son herramientas para generar ganancias a través del mismo dinero y no de la producción. Es impresionante observar como el gobierno colonial, administrado por los que aspiran a anexarse a la federación, utilicen los recursos transferidos para la activación de la actividad económica, y a la vez le acusen de que eso es un despilfarro.  Además, que a causa de esa intervención el gobierno federal profundizó la crisis de su deuda.
Es aún más sorprendente cuando estas “agencias clasificadoras” utilizan como argumento para degradar los bonos de Puerto Rico la situación de la Administración del Sistema de Retiro (ASR). El gobierno colonial, con la sanción y eventual ejecución de la Ley 7, profundizó en la crisis que venía arrastrando la ASR. Despidiendo cerca de 20.000 empleados públicos e incentivando el retiro temprano de otros, se creó un desbalance de ingresos y pagos que cualquier individuo puede ser capaz de identificar. Las letras y números en realidad me valen, pero está cañón cuando ves que los políticos se presentan como héroes de una economía que sigue profundizando en su crisis múltiple y que de seguro se dirige a un colapso.


[1] El Nuevo Día, 9 de agosto de 2011, pág. 45