lunes, 31 de enero de 2011

¡Los disparates de Figueroa Sancha sobre la violencia homicida en Puerto Rico!

Reproduzco aquí abajo los últimos párrafos de unos comentarios que hiciera Figueroa Sancha hoy en NotiUno sobre la generalización de la violencia homicida en Puerto Rico. Más abajo reproduzco mi reacción.
Reacciona Figueroa Sancha
En medio de esta oleada de crimen, el superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, afirmó, en entrevista radial (NotiUno), que “hay una guerra entre familiares, entre nosotros mismos, donde los valores no valen nada”.
Dijo que todos los residentes de la Isla deben poner de su parte para acabar esta oleada criminal y no dejar todo el peso en la Uniformada. De paso, afirmó que los uniformados sí están haciendo su labor.
Figueroa Sancha detalló, además, que “el 50% de (los asesinatos) no tiene nada que ver con la incidencia criminal, tiene que ver con la falta de valores, la falta de tolerancia”.
Recordó que cinco mujeres murieron en casos de violencia doméstica, otras seis personas murieron a causa del incendiario de Florida, Justino Sánchez Díaz, y que un hombre resultó baleado por reclamar que le chocaron.
Estos últimos cuatro párrafos de la nota publicada (http://goo.gl/6Ao2l/ “Sin freno los asesinatos”) esta tarde en la versión digital de El Nuevo Día, provocan en mí cuatro puntos de reacción:

1.     No sé qué perciba el Sr. Figueroa Sancha por eso que él llama “valores”. Los “valores” pueden ser de diverso carácter: religiosos, cívicos, éticos, hasta de oro si queremos. Mi percepción es que él está haciendo referencia a los valores religiosos al hacer alusión a la guerra que hay entre las familias y nosotros mismos. He ahí donde hay un problema. Esto no lo resuelven los valores religiosos. Tenemos que dejar ya de pretender que la deidad particular de cada uno baje de su estrado y dé solución a nuestros fenómenos de carácter social (a los del reino de este mundo, como diría Carpentier). Lo que sí percibo es que hay una falta de valores cívicos que como bien decía el maestro Saramago (en Democracia y universidad) deben ser inculcados a través de sistemas de instrucción. Concuerdo con él, cuando planteó que el Estado no debe proveer educación, sino instrucción. Y es allí, en esa instrucción donde se pueden hablar de los valores o mejor dicho de la virtud cívica. Es necesario para esto resolver un problema de base que es la actualización de los currículos escolares en el sistema público y privado del país. Debe ser necesario incluir una asignatura en la que se demuestre la vigencia de la virtud ciudadana entre los individuos que componen nuestra sociedad. Uno de los principales objetivos de esta asignatura sería demostrar precisamente lo contrario a lo que Figueroa Sancha identifica como el problema. Las disputas familiares, entre vecinos, amigos y con nosotros mismos siempre existirán. Por tanto, esta asignatura debe contar entre sus objetivos el fomento del debate sobre diferentes problemas que afectan el país y las diversas alternativas que tienen los jóvenes para lidiar con los problemas de carácter familiar y personal. Figueroa Sancha una vez más intenta simplificar una problemática atribuyéndola a la carencia de valores (recalco no sabemos de qué tipo, pero intuyo por el carácter cuasi-teocrático de nuestro estado, a que se refiere a los valores religiosos). En fin, para abundar en su simplificación, no toma en consideración otros factores que tienen que ver con la violencia generalizada u otros que podrían tener que ver. Por ejemplo, la deserción escolar, el círculo vicioso de la pobreza y las prioridades que se fomentan para “salir” de ella[1], la falta de oportunidades generada por el establecimiento de un sistema económico de carácter capitalista neo-liberal, el fracaso de las autoridades locales y federales en el control del tráfico de armas y drogas (el colonialismo va implícito aquí). Sé que las familias tienen que ver mucho en esto también y que los valores religiosos pueden ser parte de la educación que la familia provea como herramientas (en la esfera de lo privado), pero el Estado tiene proveer instrucción sobre el civismo. Y es allí donde Figueroa Sancha no dice ni esta boca es mía.
2.    Sí, estoy de acuerdo en que todos los residentes de la isla deben tomar partido en contra de la violencia homicida que rampa en nuestro archipiélago, pero el Estado no se debe olvidar de proveer las herramientas para que la gente pueda implicarse y contrarrestar el poder del negocio del narcotráfico y las armas. Incluso si las hubiera y si las que hay fueran efectivas, de nada sirve que el pueblo en un sentido generalizado, se implique en programas de acción preventiva, si el Estado no acaba de una vez y por todas a restringir la posesión de armas, a regular el tráfico y posesión de drogas (quitándole así el monopolio a los narcos; ver por ejemplo esta columna de opinión de Mario Vargas Llosa). De nada sirve que la legislación federal termine sobrepasando nuestra propia voluntad para regular/restringir la posesión de armas. De nada sirve que se sigan metiendo presos a los chamaquitos y chamaquitas por tener un pitillo de marihuana y de nada sirve que no se reconozca el problema de salud que tienen los adictos a las drogas duras y que se les termine juzgando social y judicialmente. De nada sirve si seguimos fomentando la violencia entre los niños (miren esta foto con la que me topé hoy, de un niño en el estado de Nevada o políticas como la Sra. Sarah Palin que siguen -hoy también- abogando por los “derechos” a la posesión de armas -porque así lo estipularon los padres fundadores (hace más de 200 años) o porque el amor por la caza y la pesca son valores de su nación- ante sus conciudadanos que reclaman como mínimo mayor regulación) como si fuera un juego fácil en el que recobras “vidas”. Respecto a su opinión sobre que la Policía está haciendo su labor, deja mucho que decir el señor Figueroa Sancha al no reconocer ni si quiera los problemas que tiene la principal fuerza de seguridad del país. Uno de ellos ya la marca desde el origen y es su concepción como una fuerza de carácter cuasi-militar con el fin de reprimir y no el de velar por nuestra seguridad. Este problema ha perdurado debido a la pobre preparación que se le brinda a los miembros del cuerpo y porque su misión y objetivos no se han revaluado con el tiempo. Obviamente, sabemos que no toda la policía ahora mismo está concentrada en los campus de la UPR, pero si hay una significativa cantidad de policía --a juzgar por los visuales--, que podrían estar prestando vigilancia preventiva o destacados en las zonas portuarias (marítimas y aéreas) deteniendo la entrada de armas.
3.    En el tercer párrafo Figueroa Sancha vuelve a insistir en el error de su primera reacción. Antes de todo, tenemos que analizar la estadística que nos brinda. ¿Cómo es que el 50% no tienen que ver con la incidencia criminal? ¿Y qué hacemos con el otro 50%? ¿Inventarnos una nueva categoría de “no-crímenes”? ¡Simplemente un disparate, Sr. Figueroa Sancha! Y bueno, sobre los valores cívicos como la tolerancia repito lo mismo. Se debe fomentar en la educación de la casa y en la instrucción escolar en todos los niveles. Esta instrucción debe ser de tal calidad que debe complementar la educación de la casa y suplir aquella de la que carecen algunos entornos familiares.
4.     Sobre el “incendiario” y sobre el hombre que balearon por que reclamó que le chocaron el carro no tengo nada que repetir. Además, ¿qué pretende mencionando estos casos en particular? ¿Acaso pretende decir que este tipo de masacres –como la del “incendiario”– inflan la cifra? O, ¿acaso, como mencioné en la sección anterior, pretende hacernos creer que esto es un “no-crimen” y no cuenta por tanto? Para eso están los valores cívicos que deben ser complementados en una asignatura tipo Educación para la ciudadanía[2]. Lo que más me aterra de su último punto es que menciona la muerte de cinco mujeres a causa de la violencia machista, pero ni le pasa por su mente la inacción de partes de las autoridades gubernamentales como el Departamento de la Familia, de “Educación”, de Salud, la Oficina de la Procuradora de las Mujeres, o de alguna senadora o representante ante las barbaridades expuestas por los boxeadores Mayorga y Cotto (que tan acertadamente comentara Mayra Montero ayer, aquí; y para que vean las expresiones originales y el trato de la prensa, pueden ver aquí) ¿Cómo pretende que no sigan los casos de violencia machista si por ejemplo, hoy la Rep. Albita Rivera dice que no tiene opinión sobre los propasados policías que arrestaron a dos chicas en las manifestaciones estudiantiles? Todo el mundo lo ve, pero ella ciega y muda. Así nos va: 109 asesinatos en un mes…


[1] Con esta alusión no me suscribo a los típicos comentarios clasistas, racistas y que sólo profundizan la desigualdad que manifiestan “la indignación” de ver que los del caserío tienen antenas de tv, Play Station, carros, aires acondicionados… Ese tipo de comentario sólo fomenta la división entre dos países, entre dos clases de ciudadanos: entre aquellos para los que el Play Station es un lujo y entre aquellos que puede ser una necesidad para que los niños estén en la casa y no bajen al punto. Con “prioridades” me refiero a cuáles son las prioridades como sociedad y como país. Para abundar sobre el tema, es recomendada la siguiente lectura: "Tarifas, vagos, indignaciones y otras vergüenzas de la cotidianidad" en http://rimabrusi.com/?p=1461
[2] Educación para la Ciudadania y los Derechos Humanos (EpC) es el nombre de una asignatura diseñada para el último ciclo de la Educación Primaria y toda la Educación Secundaria en España por el Parlamento Español de acuerdo con la Ley Orgánica de Educación. Consiste en la enseñanza de los valores democráticos y constitucionales.

viernes, 14 de enero de 2011

Frágiles


Gato apachurrado, Calle de Alfonso Reyes, La Condesa, México, 14 de enero de 2011

Un gato es un gato… Pero de todos modos ese era distinto; casi me saludo. En realidad, no estoy tan seguro de que haya sido eso. Más que todo es un consuelo. Es más probable que pudo haber sido una despedida –con intención suicida– o un grito de susto. El hecho es que cuando iba caminando a mi habitación, este gato se cruzo en mi camino. Cuando sentí el maullido, me di cuenta de que caminaba en mi dirección. Fue en ese instante que lo vi correr hacia la calle y mis ojos capturaron el instante en el que estuvo debajo de una de las ruedas de una camioneta. Momentos después vi como el cuerpo del gato empezaba a contonearse como si una descarga eléctrica de alto voltaje estuviera haciendo mella en él. Fue un momento doloroso; de esos en los que eres capaz de percibir la fragilidad de la vida. Desee tener una pistola y pegarle un tiro para que cesara ya ese dolor. Le dije a Alejandro que teníamos que matarlo.
A lo mejor el gato sólo sintió el dolor por unos instantes, pero yo recordaré esas imágenes hasta que sea viejo, si no es que me apachurran igual. Creo que me quedaré no sólo con la imagen, sino hasta con el sentimiento de culpa. Con toda seguridad decidió cruzar al verme caminar por la calle a aquellas horas. Al ver a un ser humano a esas horas de la madrugada, al gato sólo le quedaba desconfiar.