miércoles, 20 de julio de 2011

Los siete puntos del ELA; y el primero, otra vez

           En estos días, el viejo debate del ELA ha vuelto a resurgir entre los militantes del PPD y analistas políticos en general. Los famosos siete puntos de García Padilla se han difundido y reafirmado a través de diversos medios de comunicación. El 19 de julio, Hernández Mayoral en un escrito de opinión en El Nuevo Día hizo referencia a los mencionados siete puntos que García Padilla, mediante su discurso ante la asamblea, había convertido en la “posición institucional del partido”. [1] En su afán de profundizar en su inmovilismo y posiciones retrógradas dentro del partido, añadió: “Cada uno [en referencia a los siete puntos] está avalado por la jurisprudencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y son, por tanto jurídicamente indisputables. Por ser la expresión más reciente de la Asamblea, cualquier resolución anterior se tiene que leer o interpretar en el contexto de ésta o considerarse reemplazada por ella”.[2]

            Estas palabras parecerían ser dadas por cualquiera de las divinidades imaginadas. Hernández Mayoral reclama para sus palabras proféticas la inefabilidad más que papal; aquella que le viene dada por ser descendiente de quien otrora formulara la nueva tesis[3]; en otras palabras, se autoproclama en la posición de establecer nuevos dogmas. Claro está, a través de las palabras de Alejandro es decente y ayuda a la gente. Ahora bien, hoy ante los comentarios de Ramón Luis Nieves[4] y utilizando algunos de sus apuntes en su libro Estado Libre Asociado del siglo XXI[5], quisiera plantear algunas ideas e incertidumbres sobre lo que Hernández Mayoral, a través de su marioneta, asume como la tabla de los siete mandamientos de los populares.

            El primero es el más fácil de todos y en él centraré mi atención para esta entrada. Dice: “El ELA se creó mediante un pacto”. El mismo Muñoz Marín el 17 de febrero de 1954, en su mensaje a la Asamblea Legislativa, afirmó que “el E.L.A. no es un E.L.A.”[6] cuando dijo: “Debemos fiarnos en que el nombre del status de Puerto Rico no es el Estado Libre Asociado: ese es el nombre de la criatura constitucional que hemos creado bajo el status”[7].

            Hernández Mayoral recurre al aval jurídico que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha dado al ELA a partir de diferentes casos desde 1952. Lo que sucede, según la interpretación de Nieves, es que “[l]a normativa constitucional de Estados Unidos obliga a que asuntos de esta naturaleza sean decididos por las ramas políticas del gobierno federal”. Añade que como las instituciones políticas federales se inclinan a mantener la afirmación de que el ELA no cambió las relaciones territoriales, la rama judicial “no se desviará de esa norma (como no lo ha hecho hasta la fecha)”.[8]

            Si algo bueno ve Nieves en las interpretaciones judiciales que se han hecho sobre el ELA es que las mismas han determinado “los linderos de la relación”.[9] Por eso los siete principios del evangelio popular son una mera descripción jurídica del ELA actual —“como está ahora” —; exceptuando, que desde mi interpretación, el pacto no existió, no existe, y en un futuro a corto plazo no existirá.[10] Es por eso que si partimos de la falacia del primer punto, los seis restantes no se sostienen en su totalidad o en gran parte de su planteamiento.

            Para culminar, siempre se puede recurrir a lo básico. La definición de pacto según el Diccionario Léxico Hispano[11] es “concierto o asiento entre dos o más partes || lo estatuido por tal concierto || consentimiento o convenio que se supone hecho con el demonio”. En todo caso, a Puerto Rico sí le fueron trasferidos ciertos poderes mediante la creación de la ley 600, pero no fue mediante un pacto entre dos partes. Todo el proceso constitucional desatado por esta ley no alteró las relaciones fundamentales entre Puerto Rico y Estados Unidos. Por lo tanto, mi interpretación es que no hubo pacto. Y si lo hubo, quisiera que el PPD saque a la luz pública como fueron las negociaciones del mismo y donde están escritas sus bases de igualdad, de delegación de poderes, de los poderes compartidos, cuáles son las cláusulas del comité negociador, de la comisión de resolución de disputas y de lo legal. Un pacto se podría revisar y en mi escrutinio de la constitución del ELA de 1952 no aparece cláusula alguna relacionada con la revisión del pacto. Es como cuando el movimiento anti Internal Revenue Service (IRS) en los Estados Unidos pide que le enseñen la ley que dice que los estadounidenses le tienen que pagar impuestos al gobierno federal en base a los ingresos por trabajo. El IRS —ni ningún miembro de una de las ramas políticas o de lo judicial— no la muestra porque no existe tal ley, aunque por no pagar impuestos al IRS te puedan radicar cargos federales e imponerte una pena de cárcel. Pues así es el PPD. Cuando los puertorriqueños le pedimos que nos enseñe las bases del pacto se niegan. Es muy sencillo. No pueden enseñar lo que no existe.


[1] “La asamblea del PPD”, página 44.
[2] Ibidem.
[3] En 1977, el gobernador Rafael Hernández Colón propone un nuevo giro programático para el “desarrollo del ELA” bajo la premisa de la posibilidad de la ampliación de los poderes autónomos del ELA.
[4] “En entredicho la posición del PPD”, El Nuevo Día, página 22.
[5] Nieves, R.L. (2002). Estado Libre Asociado del siglo XXI. Colombia: Publicaciones Puertorriqueñas.
[6] Ibid., pág. 39.
[7] Ibidem.
[8] Ibid., pág. 56
[9] Ibidem.
[10] El Nuevo Día, 20 de julio de 2011, página 22.
[11] Tomo segundo, W.M. Jackson, Inc., Editores, México, D.F., 1985.

martes, 19 de julio de 2011

En defensa de los libros

            Partiendo de la idea de que las lógicas que sostienen al sistema mundo capitalista, de entre las que se encuentran el crecimiento constante e infinito, van encaminadas al colapso, es importante evaluar el rol de un objeto con múltiples funciones en dicho sistema. Y es que el libro como difusor de conocimiento, de ideas y de cultura ha pasado por diferentes etapas en su historia; adaptándose a las especificidades de cada momento (desde el feudalismo, el mercantilismo, el socialismo “real” y el capitalismo). Aun así, en dichas etapas ha pesado más su rol como objeto liberador individual y por ende, del colectivo. Por tal razón, en un mundo donde cada vez es más necesario decrecer en muchos aspectos de nuestras vidas, debemos evaluar con detenimiento lo que será del libro en un futuro próximo.[1]

            Esta reflexión (y más que todo, duda) surge de la difusión que ayer se hiciera de la noticia del cierre definitivo del conglomerado corporativo de Borders. Ante la lectura y escucha de diversas reacciones quedan siempre más dudas e ideas. El libro como parte del sistema económico que impera es un objeto más con el que diferentes sectores de una cadena de producción generan plusvalía. Además, requiere de un uso de energía y recursos para su elaboración bastante elevado. Como dice una máxima de cuyo origen no tengo constancia: “vale más un bosque convertido en papel que uno indemne”. Dentro de la lógica del capitalismo esta máxima nos viene que un árbol convertido en libros entra en las cifras de lo que conocemos como producto interior bruto (PIB), mientras que ese árbol como recurso que sustenta la vida no pasa a formar parte de dicha cifra. Es decir, el bosque no posee un valor propio por su mera existencia.

            Los comentarios que ayer escuché o leí se pueden resumir en dos grupos de ideas. Primero, que el conglomerado corporativo Borders es el responsable de la quiebra y el colapso de otras librearías del mercado local. Segundo, que el libro es un objeto que no se sustenta ante uno de los aspectos más relevantes de la actual crisis del capitalismo: la crisis ecológica.

            Sobre el primero, estoy de acuerdo. Borders ha sido responsable de las dificultades económicas que han tenido los libreros locales. Es la misma lógica que ha operado con grandes corporaciones multinacionales que han tenido las puertas abiertas por la deslocalización de los mercados y han sido un factor relevante en la quiebra de los mercados del entorno local. Sin embargo, aunque no pretendo plantear una defensa de Borders en este escrito, quisiera expresar algunas ideas que se intersecan con el argumento de las dificultades económicas del mercado local del libro. Para ello me baso en algunas sensaciones ajenas y propias que se ven marcadas por muchos factores que están presentes en nuestra vida cotidiana. Entre ellos:
1.      Hoy, leyendo la página 28 de El Nuevo Día confirmo varias de mis percepciones sobre el tema. Borders suplió lo que muchos libreros locales no pudieron hacer (muchas veces por imposibilidad económica para adaptarse al capitalismo actual o por mera negación) en cuanto a las exigencias de un mercado.[2] Además de tienda de libros, Borders era un espacio común de encuentro donde puedes leer, echar unas partidas de ajedrez, escuchar música, usar internet inalámbrico, tomar un café y charlar con amigos y gente desconocida (que tanta falta nos hace).
2.      Borders, aunque no dejara de ser una corporación con fines capitalistas y que está situada en un espacio de poder en referencia a otras librerías locales, en cierta forma satisfacía unas necesidades no materiales.
3.      En el país no sobran los espacios para el compartir. En la isla de Puerto Rico ya nos hemos acostumbrado a recurrir a las grandes superficies de centros comerciales como espacios de ocio y esparcimiento. El sistema económico y las elites de poder se han encargado de deslocalizar hasta el ocio creativo del colectivo puertorriqueño. Muchas veces ya no preferimos ir al parque, a la plaza, playa o río, sino que nos han vendido como única alternativa de ocio el centro comercial y el consumo desmedido. Borders aunque sea difícil de entender, ya que sigue estando dentro de las grandes superficies de centros comerciales, destinada a fomentar el consumo, era un espacio alternativo dentro de estos espacios por las razones mencionadas en el punto 1.

            Ahora bien, respecto a la segunda tipificación de los comentarios leídos y escuchados ayer, me toca hacer una defensa del libro como lo sugiere mi título para esta entrada. Este tipo de comentario se sostenía con el argumento de que ante la crisis ecológica y capitalista, el libro ha llegado a su fin. Yo sostengo lo contrario. El libro es un objeto que se ajusta completamente a la lógica del decrecimiento y que fácilmente se adapta a un esquema anticapitalista. ¿Qué nos proponen los que se oponen al futuro del libro? ¿El lector electrónico? Yo no tengo una postura radicalmente opuesta a este tipo de lector. Incluso, me he visto tentado de comprar uno en varias ocasiones. Lo que sucede es que cuando nos hablan de alternativa ate la crisis ecológica hay que detenerse un momento y pensar, ¿qué es el lector electrónico?

            El lector electrónico es un objeto más del mercado, hecho de unas baterías y componentes programados para la obsolescencia y que formarán parte de los desechos tecnológicos que terminan enviando los países del norte opulento a los del sur empobrecido. Además, si bien es cierto que la producción de libros se basa en la extracción de recursos, no podemos olvidar que la fabricación del lector electrónico requiere la utilización de recursos naturales obtenidos mediante el expolio de los países del sur. Por añadidura, este aparato electrónico fomenta el individualismo dado que se convierte en un objeto de deseo y ostentación (como nuestros codiciados iPods, Blackberry, laptops, pantallas planas).

         
          En cambio, si bien es cierto que el libro también puede acumularse y ostentarse, no deja de ser cierto que es un objeto que puede adaptarse a nuestras necesidades. Podemos dedicar él unos recursos energéticos y ecológicos limitados. Por ejemplo, a través del reciclaje de papel o el reemplazo y protección de nuevos árboles por la de los árboles talados. También, el libro puede liberarse del uso individualista y se adapta muy bien a la autogestión libertaria y colectiva de un recurso. A través de la creación de espacios comunitarios donde consultar libros y tomarlos prestados (lo que viene a ser una biblioteca pública) rompemos el esquema del capitalismo. Incluso, entre amigos nos podemos prestar más libros, lo que da espacio para el fomento de otras lógicas ajenas al consumo. El lector electrónico, si bien es cierto que se puede prestar, no he visto a nadie que ande con uno prestado debido a que su valor en el mercado puede ser muy alto.

            En el norte opulento no podemos asumir una postura radical contra el libro porque no podemos (y digo “podemos” incluyéndonos, para no romper con el imaginario que nos ubica en la opulencia) negarle la oportunidad de tener esa experiencia a los lugares en donde se han expoliado y robado recursos en grandes cantidades. Para concluir, el libro sí puede adaptarse a nuestras necesidades como colectivo, mientras que el lector electrónico, por el momento, sólo se adapta a las necesidades del mercado capitalista. ¡Es hora de reclamar y autogestionar espacios públicos de ocio creativo y alternativo en nuestras comunidades y pueblos!


[1] El decrecimiento como propuesta desde la izquierda anticapitalista y el ecologismo radical entiende que una de las debilidades que tuvo el socialismo “real” fue que en muchos aspectos no fue capaz de romper con la lógica del crecimiento infinito a costa de recursos finitos, entre otras cosas.
[2] Respecto a este enunciado de la imposibilidad económica para la adaptación o por mera negación, siempre vienen a mi mente las enormes filas en las librerías universitarias del casco urbano de Mayagüez. En el periodo de hacer compras para el inicio del semestre de los materiales de lectura, uno siempre se topaba con largas filas dirigidas a comprar sólo lo de “la lista”. Muchas veces había que luchar con el librero para que nos dejara pasar esa frontera del counter y poder ver los libros en su esplendor sin tener que ir con la mágica “lista”.

lunes, 18 de julio de 2011

Sobre las superficialidades de García Padilla

Nota del autor
            Esta reflexión se basa, principalmente, en la entrevista que el periodista Israel Rodríguez Sánchez le realizara a Alejandro García Padilla en el contexto de la Convención del Partido Popular Democrático (PPD) de 2011. Dicha entrevista se publicó el 18 de julio de 2011 en El Nuevo Día, en la página seis.

            Buscando algunas pistas sobre lo sucedido en la Convención del PPD durante el fin de semana, me presto a leer las contestaciones que hiciera García Padilla a las preguntas planteadas en la mencionada entrevista. Mientras me desayunaba una rica avena Quaker con un café, la primera contestación ya me provocó un gran suspiro. Ante la pregunta sobre el saldo de la asamblea, García Padilla recurre a las cifras sin sentido. Siguiendo el modelo del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la Unión Europea y del gobierno federal de los Estados Unidos de América, entre otros, García Padilla decidió basar su respuesta en los números. El éxito de la asamblea para él se basó en la cifra de carros (10.461), guaguas escolares (60) y guaguas van (40) que fluyeron en el lugar donde se celebró la convención. Es como cuando las instituciones antes mencionadas nos hablan de grandes cifras de dólares y euros —que ante los oídos del resto de los mortales no hacen ningún sentido— para justificar los “rescates” a bancos y entidades privadas que han especulado con el dinero público. Por añadidura, García Padilla muestra su poca consciencia ecológica cuando habla de los 10.461 carros como parte del positivo saldo de la convención. El carro, como objeto de consumo e individualismo ha pasado a convertirse en una cifra más importante que el número de las personas e individuos comprometidos con su partido que asistieron a dicha convención.

            En cambio, cuando el periodista alude a la desorganización de la elección a la Junta de Gobierno del partido, García Padilla entonces recurrió a la “tanta gente” que participó. Es en esta pregunta cuando el senador del augusto palacio parlamentario de Puerta de Tierra —con columnas de mármol hueco— pudo hacer referencia a la gran cifra de los carros. Hubiera sido de igual forma una evasión a la pregunta, pero hubiera sido más adecuado atar la desorganización al gran flujo de carros, guaguas y vanes. Pero no, para referirse a la desorganización entonces recurre a achacársela a las personas que asistieron. Además, recurre a un triste sin sentido para contestar la pregunta sobre la desorganización. Dice: “fue extraordinario”.

            La cuarta contestación es una que hay que tomar con pinzas. Es través de contestaciones como estas que los ciudadanos nos podemos dar cuenta de quiénes son los que están detrás de la candidatura de García Padilla a la gobernación del ELA. Son las viejas elites del partido, lideradas por la familia del ex gobernador Hernández Colón, y las corrientes que piensan que el ELA es un pacto bilateral. Es el inmovilismo claro y raso: “El ELA es uno, con sus posibilidades de crecimiento, con sus logros ya adquiridos y con los logros por alcanzar”. También es la creación y sustento del mito. Si bien es cierto que en el Puerto Rico pre ELA era evidente la pobreza, no hay que olvidar los 54 años que Puerto Rico estuvo sometido al dominio del poder colonial directo y desenmascarado. Aun así, Puerto Rico no era el “país más pobre del hemisferio”; ni se ha transformado en “uno de las más ricos en tiempo récord”. No estaría demás en un futuro preguntarle a García Padilla, ¿qué es para él un país rico? (Todos debemos preguntarnos, ¿qué tipo de riqueza queremos?) No dudo que nos conteste una retahíla de cifras entre las que incluya la cantidad de carros por número de habitantes.

            Sobre el tema del colonialismo, García Padilla hace referencia a dos instituciones sin contextualizar la historia que hay detrás de ellas. Habla sobre el Tribunal Supremo de Estados Unidos y de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Por un lado, el Tribunal Supremo de Estados Unidos sí reconoció que Puerto Rico es de Estados Unidos, pero no forma parte de.[1] Y por otro lado, si bien es cierto que la Asamblea General de la ONU sacó a Puerto Rico de los territorios coloniales y administrados fiduciariamente[2], no deja de ser cierto que desde 1973[3], tanto el Comité de Descolonización, como los poderes ejecutivo (a través de los informes interagenciales) y legislativo (a través de diversos debates en el Congreso) de la jurisdicción federal estadounidenses —desde finales de la década de 1980— han puesto en duda la superación de la cuestión colonial (en el vocabulario constitucional estadounidense “territorial”).

            García Padilla habla de un solo PPD. Quiere proyectar el partido como lo fue el Partido de la Unión de Puerto Rico; como una gran casa donde caben todos (casi al estilo corporativista). En el PPD hay muchas corrientes, al igual que las hay en el movimiento anexionista y en el independentista. Por lo tanto, ¿qué hay de malo en admitirlo? ¿Cómo es posible que se presente como una figura apegada al realismo político cuando vive del idealismo de la superación colonial y de la unidad entre los populares? Tanto el gobierno federal, como instituciones internacionales y diversas corrientes de su partido admiten que Puerto Rico aún está sujeto a condiciones político-económicas de carácter colonial. Que en el asunto no se nos debe ir la vida, es cierto. Pero si queremos empezar por hacer política realista lo más indicado será por aceptar unos hechos como dados y superar estos viejos debates y estrategias.

            Y es que hablando en términos generales sobre cosas que son deseables por todos: como la creación de empleo, mejor educación, salud y condiciones de vida, no se propone nada. Ya quisiera encontrar un puertorriqueño que deseara lo contrario. Hay que hablar de macro y micro estructuras y de cómo podemos cambiarlas para nuestro beneficio colectivo y que en cambio —como sucede ahora— éstas no determinen nuestros planes de acción.

            Para culminar, y siguiendo el ejemplo de García Padilla haciendo referencia a sus lecturas de cartas de Luis Muñoz Marín, hago las siguientes citas de prominentes miembros-fundadores del PPD. La primera, del mismo Muñoz Marín:

Congressman, I have had a great friendship for Mr. Crawford and I have a great respect for his memory, but I would not agree with him in that. If he was right, then Puerto Rico is still a colony of the United States. If it is still a colony of the United States it should stop being a colony as soon as possible for the honor of the United States and for the sense of self-respect of the people of Puerto Rico. (1963)

            Esta otra de Antonio Fernós Isern:

Llegado [al Estado Libre Asociado] no hemos encontrado una cómoda y acaba mansión en que albergarnos; sino, todavía los cimientos, sólo los cimientos, las paredes externas y la techumbre de un edificio a medio construir, en que nos hemos acomodado en tanto completamos la estructura para que adquiera ésta su definitivo empaque. (1973)

            Y también ésta de Trías Monje:

Tal política de no-hacer-nada conducirá a una creciente exacerbación del virulento debate sobre el status en Puerto Rico, una retracción del centro, y una posible polarización y violencia. La continuación de la actual política significaría que más de quinientos años de sometimiento y desesperación no se consideran suficientes, que debe hacerse más penitencia para que Puerto Rico limpie cualquier cuenta de pecados por su presente desdicha. (1997)


[1] Desde 1901, en el caso Downes v. Bidwell (182 U.S. 244 [1901]), el Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó la condición de Puerto Rico como colonia de los Estados Unidos. Las posteriores actas de gobierno civil, dadas en el Congreso a los ciudadanos puertorriqueños (ley Jones y ley 600), no cambiaron esta jurisprudencia.
[2] El 27 de noviembre de 1953, EE UU recurrió a la estrategia de la picaresca para sacar a Puerto Rico de la lista de territorios coloniales. Primero, logró que con una mayoría simple (gracias a la gestión del mecanismo de abstenciones), Puerto Rico fuera eliminado de dicha lista. Después de esto se determinó una lista de factores que determinarían cuándo una colonia dejaba de serlo. El caso de Puerto Rico acababa de ser decidido y no pudo ser analizado a la luz de dicha lista. (Trías Monge, 2000, pág. 173).
[3] En este año, Cuba presentó una solicitud para que se incluyera el caso de Puerto Rico en la agenda del Comité de Descolonización, sobre la base de que el derecho de Puerto Rico al gobierno propio no se había reconocido todavía, y no se habían cumplido las condiciones de la resolución 1514 (XV).

sábado, 2 de julio de 2011

Los disparates de Figueroa Sancha. Parte II y final

Nota del autor
Este análisis de lo que plantea Figueroa Sancha ante su despido del gobierno es una continuación a ¡Los disparates de Figueroa Sancha sobre la violencia homicida en Puerto Rico!

            Ante la renuncia del superintendente de la Policía de Puerto Rico, el Sr. Figueroa Sancha, vale la pena analizar algunas de sus declaraciones al país.[1] Pero antes de eso, quiero manifestar una crítica a como se está informando el asunto en los medios digitales del país. De forma generalizada se está recurriendo a la contradicción de decir que al superintendente se le pidió la renuncia. Si vamos al DRAE, renuncia es una palabra que denota “voluntariedad” en la dimisión o dejación. [2]¿Fue esto voluntario? No, porque en las mismos informes se declara que desde La Fortaleza se le pidió de abandonase el cargo que ostentaba. Entonces, hablemos claro, esto es directamente un despido de un cargo.

            Y es que una vez más desde el gobierno se impone un ejemplo de mentira y de estupidez humana. Si desde la sede del poder ejecutivo se confirma que se le despidió, ¿entonces por qué el Sr. Figueroa Sancha alude a razones de salud? Esto es como cuando nos enseñaron que cuando faltáramos a una cita no nos excusáramos diciendo que nuestra abuela estaba enferma. Simplemente uno se excusa aludiendo a hechos verdaderos: “no pude llegar porque me levanté tarde”, “no llegué porque se me olvidó”… Eso es lo que debemos esperar que nos diga tanto el ex superintendente, como el gobernador de Puerto Rico: la verdad y no la típica excusa de la abuela enferma.

            Lo otro, más incoherente aún, es el comunicado de La Fortaleza que se desvive en elogios a un señor al que acaba de despedir. [3]Y es que por hacer las cosas bien no se debe despedir a nadie. En ese caso planteo una defensa, llena de mordaz ironía, al señor recién despedido. ¡Por hacer las cosas bien no se despide a nadie! Ante este caso lo deseable es que el gobernador rinda cuentas del porqué los planes de acción del despedido ya no son congruentes con los del jefe del ejecutivo. Sería hasta un acto de sanidad que nos explicaran estas razones. Así sabremos cuáles son los nuevos ajustes en los planes o hacia donde se encaminan las políticas públicas relacionadas con el principal cuerpo de seguridad del ELA.

            Ahora bien, pasando a las declaraciones que por segunda vez me llevan a clasificar de disparatero a este despedido señor, cabe resaltar las siguientes ideas:

·         En primer lugar, no se puede estar “tranquilo y en shock” a la misma vez.
·         Segundo, Figueroa Sancha, una vez más hace alarde una objetividad apolítica, haciendo entrever que todas las críticas que se hacen al cuerpo de la policía están políticamente motivadas por algunos sectores del país. Es como si su pretendida objetividad respecto a la visión del cuerpo de seguridad no lo estuvieran también.[4] En todo caso sería mejor que nos explicara cuáles han sido las diferencias con el poder ejecutivo o cuáles son sus falsas razones relacionadas con su salud. Aquí les dejo un enlace a otra nota que también había trabajado sobre la policía de Puerto Rico y las razones por las que entiendo se debe refundar este cuerpo con el propósito, precisamente, de quitarle la carga de cuerpo de persecución política que se le impuso desde su fundación por las autoridades coloniales estadounidenses http://goo.gl/kyd2s.
·         En tercer lugar, me parece desatinada y disparatada una de sus frases de despedida a sus compañeros policías. Les dice: “No importa lo injusto e ingrato que puedan representar las condiciones que día tras día…”. ¡Pues no señor Figueroa Sancha! Puerto Rico se merece unos policías que también exijan al gobierno y sean proactivos en las mejoras de sus condiciones de trabajo. Incluso, planteo que deben exigir mejor formación y hasta la refundación desde el propio cuerpo; algo que a la vez reconozco que por ahora, con tanto lavado de cerebro que se le hace a los muchachos y muchachas —y este también es ideológico y políticamente motivado—, pues no ocurrirá a corto plazo.

            Para finalizar, surge otra incoherencia más de Alejandro “es decente y su entraña contundente”. Este augusto senador del “Palacio Parlamentario de Puerta de Tierra” acaba de expresar lo siguiente: “Hace más de un año que estamos pidiendo la renuncia de un superintendente que demostró total incapacidad para encaminar un plan y dirigir la fuerza policial de forma efectiva para beneficio de todo nuestro pueblo. En su lugar se convirtió en un brazo violento del partido de gobierno como se vio claramente en los incidentes de la Universidad de Puerto Rico y en los atropellos a ciudadanos que se expresaban en el Capitolio”.[5] ¿Es que acaso este augusto senador del palacio parlamentario con pilares de mármol hueco no se acuerda de las críticas que muchos sectores del país hicieron ante la confirmación de este individuo? ¿Acaso no se recuerda que con su voto de incoherente oposición a la mayoría que sustenta al gobierno ayudó a que este señor ostentara el cargo del que hoy le despiden?

            Sólo nos queda esperar que el nuevo superintendente no se gaste una millonada del presupuesto para renovar la flota de patrullas por los nuevos modelos de Bentley.


[1] El Nuevo Día http://goo.gl/nSBbf; Primera Hora http://goo.gl/v0e4z; El Vocero http://goo.gl/Udlcq.
[3] Dicen desde el poder ejecutivo que: “José Figueroa sancha fue un luchador incorruptible, incansable e implacable contra el crimen y el narcotráfico. Bajo su mando se atacaron y desarticularon poderosas organizaciones de narcotráfico como nunca antes se había visto en Puerto Rico”… ¿Entonces por qué lo despiden?
[4] Dice Figueroa Sancha: “Tengan siempre presente, que independientemente de las críticas que puedan venir de sectores motivados políticamente, el desarrollo del porvenir del Pueblo de Puerto Rico estarán íntimamente relacionados con el trabajo que realiza nuestra Policía”.

viernes, 1 de julio de 2011

Las portadas de periódicos y el caso de ‘Piculín’

           Me siento frente a mi computadora en un rato de descanso. Quiero seguir algunas noticias del país desde la lejanía. Poder seguir en contacto con el imaginario de mi país y hasta de mi pequeño pueblo. Traigo a colación lo de mi pueblo porque se relaciona directamente con mis recuerdos de niño del personaje que hoy acapara dos de las portadas de los llamados principales medios impresos en el país. Recuerdo cuando con mis amigos-vecinos, cruzábamos ese límite imaginario de nuestros pueblos y por unos instantes éramos sangermeños y atléticos. Era cuando, al menos yo, creía tener alguna habilidad para el deporte. Ya cuando me empezaron a caer las pelotas de béisbol en la cara y la puntería para encestar no superaba un sustantivo y relevante porcentaje, me di cuenta de que no iba por ahí mi habilidad.

            Ahora bien, hace apenas unos días, ante el triunfo del equipo los Maverics de Dallas y el orgullo que muchos expresaron por la participación de José Juan Barea en el mismo, me di cuenta —y a forma de chiste lo expresé— que yo me había quedado en la etapa de Piculín y de Casiano en los Atléticos[1]. Y es que eran para mí como Jordan y Pippen boricuas.
            Mi reacción al ver la portada de Primera Hora (aquí adjunta) tuvo dos facetas: una relacionada con la presentación “de la información” y otra que me impulsó a una breve reflexión sobre quiénes son los que fallan.
            Primero, en cuanto a la presentación de la información, creo que es una forma que se aleja por mucho de la función comunicativa hacia el país. La primera plana parece dirigida a Piculín (directamente a él o sólo para él), en vez de al colectivo que se quiere informar. Y es que es casi seguro que, Piculín, hoy no vea esta portada que le reclama directamente a él “un fallo”. De seguro, eso sí, que la guardarán muchos familiares, amigos, interesados en la historia del deporte, entre otros muchos. Esto me lleva al segundo punto sobre el que quiero reflexionar: ¿quién falló? ¿Piculín o hemos fallado como equipo?

            Aunque parezca un discurso trillado y hasta clisé —que lo es—, merece la pena cavilar asumiendo que hemos fallado, una vez más, como sociedad puertorriqueña y global. Hagamos el ejercicio intentando pensar en este puñado de ideas que sugiero aquí:
·         Hemos fallado porque hemos consentido que un sistema capitalista nos imponga unas prioridades, unas falsas ilusiones (de progreso, crecimiento y desarrollo) y unas enajenaciones colectivas e individuales.
·         Consentimos que un sistema político-social, que nos agobia y daña nuestro sentido de humanidad, prosiga gastando relevantes cantidades de tinta, real y virtual, prestando atención a individuos que se autocalifican como “honorables” (ver esta nota de hoy sobre el senador Soto). Individuos que sostienen un sistema que ha llevado a que no sólo Piculín (he ahí el problema), sino miles de jóvenes caigan en las lógicas del consumerismo capitalista anti humano. ¿Y cuáles son las consecuencias? Las vemos a diario: una tasa de asesinatos que ya hasta nos parece normal y una sociedad cada vez menos cohesionada.
·         Fallamos todos cuando le decimos a él que falló. Y es que nosotros somos cómplices de un sistema que criminaliza la posesión y el consumo de algunas sustancias (naturales o no), pero que a la misma vez consentimos que nos envenenen con preservativos, químicos, esteroides que le añaden al tabaco, en la elaboración de bebidas alcohólicas, alimentos (carnes y verduras), cuando dejamos que nos roben el agua, que hagan guerras por petróleo y que sigan gastándose recursos valiosos en la elaboración y venta de armas y municiones como las que tenía Piculín.
·         Fracasamos cuando no exigimos que se detenga la fabricación de armas. Ahora mismo Grecia, país foco de los mercados financieros internacionales por su creada crisis de la deuda, sigue siendo el cuarto importador global de armas.
·         Hemos fallado, cuando a la muchacha de la esquina le joden la vida por un pitillo de marihuana, cuando antes no fuimos capaces de hacerla querer la escuela —que nunca acabó—, de no hacerla querer a su calle, su barrio, su país, su planeta, de hacerla querer a sus vecinos, amigos y de llevarla a preferir todo aquello que nos venden como felicidad; todo ello antes de sentirse bien con ella misma. Cuando tenemos a “chuchines”, que habiendo tenido el privilegio de entrar en un salón de clase de una universidad del país, sigue proyectando al mismo (desde una esfera de poder que nos pertenece como colectivo) que es preferible tener el mejor carro, los mejores relojes y zapatos de pieles de cocodrilo a todo lo anterior.

            Esta reflexión también la planteo desde el hecho de que yo mismo me encuentro en una situación contradictoria. Me explico. Usualmente como ciudadanos críticos señalamos que los gobiernos, en sus estrategias de combate o mano dura con el tráfico de drogas y armas, tienden a fijar como objetivos a las estructuras más débiles de la cadena. Entiéndase las mulas, los consumidores, el trapicheo… y nos preguntamos que cuándo atraparán a los grandes narcos. Pues ahí está, ahí tienen a uno. Piculín tenía un cultivo hidropónico a gran escala preparado para la venta. He allí uno de los asuntos medulares. Mientras sea ilegal la posesión y el consumo del cannabis, habrá gente que desde la ilegalidad tenga que producir para satisfacer una demanda. Y es que todo este negocio está inmerso en la lógica del sistema económico capitalista. Entonces, ¿se romperá esta lógica si se despenaliza la posesión y el consumo? Lo más seguro es que no. En ese momento ciertos individuos se organizarán para lucrarse del negocio legal, como hace el que vende gomas de carro o bizcochitos de cannabis en Ámsterdam.

            Así pues, ¿cómo se puede romper la lógica del capitalismo? Pues a la verdad no lo tengo claro. El estado, hasta cierto punto también manejará el asunto como una cuestión económica; como se trata la tributación a las hojas de tabaco y a las botellas de alcohol. A lo mejor desde una perspectiva de la autogestión comunitaria, cooperativista y libertaria sería una posibilidad. Pero yo no lo sé y no lo tengo claro. Sería interesante debatirlo junto a otras propuestas. En todo caso, esto es tema para un análisis exhaustivo y el apunte lo traje sólo para señalar algunas de las contradicciones discursivas en la que muchas veces nos hallamos con el asunto de los grandes narcotraficantes y la despenalización. Tenemos que aclarar algunas ideas sobre esto.

            Para culminar, si Picu’ ha fallado, como hoy nos venden las portadas, es porque todos hemos fallado. El caso de Piculín sólo sirve para ilustrar lo que pasa a diario con seres humanos anónimos en nuestro país. En ese país que prefiere que sus fuerzas de seguridad ocupen un barrio e impongan las lógicas del desalojo porque sería conveniente entregárselo a los intereses de los Donald Trump de la vida antes “que darle una esperanza”. Yo sólo espero que este caso sirva para sincerarnos y reflexionar sobre un debate nacional y global en el que la no criminalización de las plantas es una de las propuestas serias hasta de gente nada sospechosa de subversivos, izquierdistas o anarquistas como los son Mario Vargas Llosa, Kofi Anan o Fernando Henrique Cardoso (ver este y este escrito). También espero que individuos, guiados por la hipocresía de ciertos valores morales mayormente inspirados desde la religión, aunque no sólo de esa fuente, como el señor gobernador, sostengan en este debate sus posturas retrógradas con argumentos no basados en templos de pilares y adoquines ficticios.


[1] Cuando los jugadores todavía llevaban pantalones deportivos cortos y bigote. Cuando lo mejor era rivalizar con mi papa, león ponceño, sobre quién ganaría ese año el campeonato de la liga de BSN.