miércoles, 22 de febrero de 2012

Valencia, Fortuño y los tipos de violencia


            La subjetividad de la violencia es, según Žižek[1], la parte más visible de un entramado mucho más complejo. Lo subjetivo de la violencia nos lleva a fijarnos obsesivamente en los actos de crímenes, homicidios, robos, tráfico de armas y drogas, maltratos a niñas, niños y ancianos, la violencia machista, entre otras expresiones de la violencia cotidiana. Eso está bien. Por ejemplo, el gobernador, anoche en su mensaje de la situación del estado colonial, haciendo alarde de su retórica macharrana, repitió el ineficaz: “que el criminal sepa que no le vamos a dar tregua”; y además, propuso la revisión-ajuste del derecho a fianza como la panacea contra la violencia social. Pero, ¿qué relación hay entre la acción violenta y el saber o no que el derecho a fianza está limitado? Ninguna.
            Como fuerzas sociales desde la izquierda que resiste deberíamos exigir que los políticos tradicionales —esos que participan de la vida institucionalizada de los partidos, la Asamblea Legislativa, los secretarios, asesores y el resto de componentes del entramado de la democracia liberal—, se distancien y alejen del señuelo “fascinante de esa violencia”. En todo caso, si no le queremos exigir nada a ellas y ellos, porque creemos que es mejor partir de nuevos rumbos, pues sería útil discutir sobre otras vertientes de la violencia, más allá de la preocupación del “orden liberal tolerante que predomina hoy”.
            Tenemos que debatir y socializar la(s) idea(s) de que la violencia subjetiva es sólo la parte más visible de un sistema de violencia que incluye tanto una parte simbólica, como una objetiva. Tenemos que analizar, sin miedo a lo complejo, las diversas interacciones que ocurren entre lo subjetivo, lo objetivo y lo simbólico de la violencia. La violencia simbólica vendría a ser la que se encarna en el uso cotidiano del lenguaje y de los discursos que construimos con él a través de tres grandes sistemas de exclusión: lo prohibido, la separación de la locura y la voluntad de la verdad.[2] La violencia objetiva es entonces aquella que surge como consecuencia del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas económico y político. Es aquello que parecer ocurrir porque el sistema así lo prevé, como lo dialéctico mecánico.
            La violencia no es sólo la acción física directa, sino que también incluye formas sutiles de coerción que imponen dominación y explotación, incluyendo la amenaza a la violencia (p.e.: que vas a ser desahuciado la semana que viene). Mucha gente pensará que con este tipo de análisis nos alejamos de la “realidad” social de las personas; sobre todo, de las víctimas de los hechos violentos que cometen contra ellos y ellas los individuos “desechables y excluidos del sistema”. El análisis que propone Žižek en su libro es que además de esa “realidad” lacaniana, tomemos en consideración también lo “real”, que termina siendo lo abstracto que determina lo que ocurre en la “realidad” social.
            Muchos afirman que nos abstraemos ideológicamente al no querer ignorar el irrespeto por lo humano y por el medio natural que el capitalismo ejerce de forma violenta sobre nuestras vidas. Pareciera ser que la “realidad” y lo “real” de esa violencia sobre los expulsados, desechados, excluidos, los sin techo hasta los desempleados no son inherentes a la “ultraobjetividad”, del capitalismo global.[3] ¿Dónde está la fuente ideológica de los crímenes del capitalismo? Sugiere Žižek que como no hay un “manifiesto capitalista” toda la violencia que se ejerce sistémica y simbólicamente es producto de un proceso objetivo que nadie planeó. Así como la crisis financiera actual, donde al parecer nadie se hace más rico a costa de los desempleados, los sin techo, a costa de los recortes en educación y los "enemigos-estudiantes" valencianos, de las reformas laborales en las que siempre gana el patrón y de como nos recordara Valdés Pizzini en Vidas Desperdiciadas, de aquellos suicidas de la número dos.


[1] Žižek, S. (2009). Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Barcelona: Paidós.
[2] Foucault, M. (2011 [1973]). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.
[3] Balibar, E. (1997). La violence: idéalité et cruanté en La crainte des mases: politique et pilosophie avant at aprés Marx. París: Galilée.

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