sábado, 19 de febrero de 2011

Las declaraciones de Gutiérrez: su contexto en las relaciones de poder colonial en Puerto Rico

Durante esta semana hemos sido testigos de diversos intercambios de opinión y debates sobre las expresiones que hiciera el representante del distrito 4 de Illinios, Luis V. Gutiérrez en la Cámara de los Representantes de EE UU, el miércoles en horas de la mañana.


           La reacción que más me ha hecho reflexionar ha sido, por cuestiones obvias, la del Comisionado de Puerto Rico en dicha cámara, Pedro Pierluisi (ver aquí y aquí). Dicha reacción se basó en dos líneas argumentativas: 1. que lo planteado por el representante era una exageración en términos de la comparación con Egipto, y que por tanto, sus planteamiento eran falsos e insultantes hacia Puerto Rico y al juez federal, Sr. Fusté; 2. que Gutiérrez no está autorizado a “hablar en nombre de los puertorriqueños” porque él es el que tiene el “mandato” para así hacerlo en dicho cuerpo.
Mi reacción gira en torno a que tanto Pierluisi -anexionista demócrata-, como Fortuño -anexionista republicano-conservador/“reaganista” y simpatizante “tea-partier”-, o sea todo el espectro ideológico viable dentro del anexionismo puertorriqueño[1] no tomen en consideración los siguientes puntos: Primero, en ningún momento Gutiérrez hizo sus expresiones a “nombre del pueblo de Puerto Rico”, como han querido hacer ver los citados individuos. Más bien, las hizo como representante del distrito 4 de Illinois; como lo que es. Segundo, las críticas sobre si es una persona con capacidad (y poder, sobre todo) de opinar y decidir sobre Puerto Rico, pues deben saber que sí, que tiene tanto la capacidad, como el poder para hacerlo. ¿Por qué? Los amig@s de la anexión en Puerto Rico deben tener clara una cosa. Desde 1898, el Tratado firmado en París el 10 de diciembre (perdonen tener que recurrir al fatídico año de nuestra historia otra vez), que a pesar de su nulidad traspasó la soberanía de nuestro archipiélago a los Estados Unidos, y que por virtud del Artículo IV, sección 3.2, administraría el Congreso de los EE UU (hoy día bajo la jurisdicción de la Comisión de Recursos Naturales). Por tanto, debe entenderse que tanto en la teoría, como en la práctica; implícita y explícitamente en ambas cámaras del Congreso de EE UU se habla de nuestro archipiélago todos los días. Al fin y al cabo, allí reside la soberanía de nuestro territorio y toda legislación aplica sin que ningún representante la haya votado. No creo que Pierluisi y l@s anexionist@s sean ignorantes de este dato. Es más, saben que Gutiérrez no es el primero ni será el último representante o senador estadounidense (demócrata o republicano; preferente de la anexión, del estatus-quo o de la independencia) que se exprese sobre Puerto Rico. ¿Qué hicieron sino Foraker, Jones, Tydings y hasta el mismo Vito Marcantonio[2], entre much@s otr@os, sino hablar y expresarse sobre diversas situaciones sobre Puerto Rico?
Mi tercera reacción gira en torno precisamente a lo que hago referencia en la penúltima oración del párrafo anterior. ¿Cuál es el problema en torno a esas declaraciones? ¿Qué las hiciera un demócrata que supuestamente apoya la independencia de Puerto Rico? Todos sabemos que es demócrata, pero sobre su preferencia de estatus, pues yo no lo tengo tan claro y no soy quién para juzgarlo. Gutiérrez ha jugado el papel que ha querido en diferentes momentos en los que se ha presentado legislación en el Congreso para intentar resolver estatus colonial de Puerto Rico y ha hecho diferentes vaivenes en su parecer y acciones en  torno a otros temas[3]. Tampoco soy, ni creo que seamos las personas adecuadas para juzgar sus sentimientos identarios respecto a Puerto Rico. Él se ha autodenominado como un boricua de Chicago. Y no somos nadie, y mucho menos si no comprendemos la historia de la migración y del "ir y venir" puertorriqueños (como al parecer ignora Pierluisi) en diversos momentos a diferentes ciudades estadounidenses de much@s puertorriqueñ@s. En fin, su condición de puertorriqueño o no, de independentista o no, no le inhiben su capacidad y poder como representante en el Congreso de EE UU de expresarse sobre situaciones en el territorio no incorporado de Puerto Rico, o como él bien dijera, y para que quede claro en la colonia de Estados Unidos. Como cualquier otro representante (pongamos, del distrito 1 del estado de Iowa) tiene la misma capacidad y poder de expresarse sobre cualquier asunto que afecte a la unión federal y a sus posesiones territoriales (coloniales, para mi preferencia).
Mi cuarta y última reacción gira en torno a sus supuestas exageraciones comparativas con Egipto. Hay que saber medir las palabras. En retórica hay algo que se llama el “recurso metafórico”. Su propósito comparativo, no consiste en igualar los objetos (en este caso, países) que se comparan, sino más bien en utilizar unos casos extremos para llamar la atención sobre uno de los casos. No creo que sus palabras deban ser interpretadas al extremo de decir que admitió una situación de igualdad en los dos casos. Él tiene muy claro cuáles son los matices sobre los que habló en sus críticas el señor comisionado, pero las violaciones a los derechos son violaciones a los derechos civiles donde sea[4]. Y mucho más, creo que cualquier representante tenía el deber de denunciarlo si las mismas ocurren en una posesión colonial del país en cuyo Congreso federal ejercen sus labores. Lo que él argumentó en sus declaraciones sobre las violaciones de derechos civiles a estudiantes ya arrestados y a la prensa o el injusto encarcelamiento por el Juez federal de distrito, Sr. Fusté al presidente del Colegio de Abogados (fundado en 1840) Lcdo. Osvaldo Toledo no son inventos de él ni de los agentes de Fidel Castro, de la ex-URSS, vietnamitas, norcoreanos o agentes de Al-Qaeda en la isla (como muchos anexionistas viven imaginando, al estilo de mente maravillosa), son hechos objetivos contrastables con los códigos civiles y el régimen constitucional vigentes. Es más, diversas ONG's como Amnistía Internacional (AI) y la American Civil Liberties Union (ACLU) han expresado igual preocupación que la que expresó Gutiérrez. O, ¿es que acaso Pierluisi piensa que AI o ACLU son financiados por algunos de los usuales sospechosos en la isla de conspiración sediciosa?



[1] Es una lástima que dentro de este espectro ideológico del anexionismo puertorriqueño no contemos con la izquierda política. Sé que hay individuos anexionistas cuyo fundamento ideológico proviene de la izquierda pero por el momento no son una fuerza pujante y decisiva en su colectividad y tampoco han dejado saber –a mi entender- su opinión al respecto, la cual creo que enriquecería aún más el debate y el intercambio de opiniones.
[2] Representante italo-americano por Nueva York, socialista y miembro del American Labor Party. Fue un gran defensor de la independencia de Puerto Rico y fiel amigo del Don Pedro Albizu Campos en los momentos más duros de la represión política en la isla.
[3] Por ejemplo, fue uno de los desobediente civiles en contra de la presencia de la Marina de Guerra de los EE UU, junto a otras personalidades de la vida política de ese país como Robert Kennedy, Jr., Al Sharpton, la representante Velázquez, entre otr@s.
[4] He leído reacciones que giran en torno a que las verdaderas violaciones de derechos civiles las cometen los estudiantes huelguistas (que por cierto, el día de los incidentes graves no estaban interrumpiendo labores académicas) al no dejar que los otros compañeros participen de sus cursos. Lo que sucede es que en ese caso, si bien podría ser una violación a los códigos de ley vigentes, no es una violación de derechos civiles en el sentido de que el Estado es el garante de que se cumplan esos códigos y puede hacerlos valer si las personas afectadas lo demandan. Por tanto, esta crítica la cual he leído, se desvía totalmente del tema que denunció Gutiérrez.

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