Ante el
recorte presupuestario y la nueva subida de impuestos que pretende imponer el
gobierno dirigido por el popular, Sr. Rajoy, los pesoistas pretenden levantar una vez más la bandera de la diferenciación. “Ven, no somos iguales”, “Ahora viene
peor”, “Deja que pasen las autonómicas andaluzas” son algunas de las consignas
que se pueden leer en las redes sociales y se escuchan en los debates de los
analistas oficiosos de las ondas radiales.
La consigna
de la izquierda que resiste de que el PP y PSOE son iguales aún se sostiene.
Ambos partidos se diferencian sólo en las reformas políticas de tipo fiscal y
de derechos sociales que el sistema económico-político está dispuesto a
sostener como válvulas de escape en ciertos periodos históricos determinados.
Lo que sucede con esas reformas políticas que son bandera del “progresismo” del
PSOE es que no se sostienen en el tiempo; pasan a ser alimento de la reacción
porque no se profundiza en un cambio sistémico que nos lleve a un nuevo modelo
económico-político-social. Ambos partidos—uno con su progresismo y otro con su
reacción— son el equivalente al mantenimiento de lo mismo: “un paso para
’alante y otro pa’ atrás”.
La
izquierda que resiste no puede conformarse con los lamentos de los pesoistas;
de lo que quieren hacer pero no hicieron, de lo bien que gestionarían el
capitalismo en la crisis (siguiendo al pie de la letra lo que dictan los
gestores y dueños de los mercados del capital financiero en el norte opulento).
Está claro que el pesoismo forma parte de un sistema hasta el punto que hizo un
llamado a las elecciones para transferirle el poder de forma adelantada a los
chicos y chicas buen@s del capital; ya que ellos sólo fueron los que prepararon
la zapata para la reforma profunda de la vuelta al neoliberalismo y las nuevas
adaptaciones para llevar el sistema económico-político al límite de su
existencia.
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