Es
verdaderamente un bochorno lo que ha sucedido en PRTV, canal de la Corporación
para la Difusión Pública del Gobierno de Puerto Rico. Su director, Pedro Rúa
Jovet, ha decidido terminar el contrato de Gricel Mamery. En otras palabras, la
botan del canal alegando que las fotos difundidas inicialmente por El Vocero
y posteriormente en varios medios
digitales y escritos del país, representan una falta a las cláusulas contractuales
concernientes al desempeño y a la imagen pública.
¡Qué
obsesión con ganarse sus respectivos paraísos con posiciones moralistas sobre
el cuerpo y los espacios públicos! En esas fotos no hay ningún daño a la imagen
pública. Lo primero que habría que preguntarse es, ¿qué es la imagen pública?
¿Qué la daña? ¿Cuál es el proceso para dañarla? Y bueno esta para los abogados-juristas,
¿hasta qué punto un contrato laboral puede controlar a quién besamos, quién
toca nuestro cuerpo y cómo y con quién bailamos? Gricel es dueña de su cuerpo y
decide a quién besa, quién le pone las manos en sus tetas y si baila reguetón o
no con alguien que no es su marido. En todo caso, ¿por qué no se emiten juicios
de valor contra el que tomó las fotos? ¿Para qué publicar fotos de gente
haciendo uso de su libertad corporal? ¿Acaso no la ejercemos todxs?
Por
otra parte, ha sido Pedro Rúa Jovet con su acción y con sus declaraciones
hechas hoy al El
Nuevo Día, quien proyecta el
moralismo corporativo del gobierno de Puerto Rico al público aludiendo que es él
(en alusión al pueblo; por suerte, no
señaló al cielo) quien la tiene que “entender o perdonar”. Pero, a excepción de
los típicos retrógrados-moralistoides-analistos, las redes sociales han estado
llenas de apoyos a la presentadora. Además, ¿ha recibido quejas el canal? ¿Qué
tipo de quejas se pueden plantear? ¡Qué les molesta que no sea su marido el que
le toque las tetas y la bese!
Muchos
han recurrido a decir que el ambiente de fiesta de la Calle San Sebastián, las
copas, los amiguetes justifican la cuestión. Yo diría que tampoco. Estas fotos
están justificadas en su libertad como persona tanto en fiesta, como en la
semana santa cristiana. A ella le
tomaron las fotos mientras estaba en un balcón de una habitación. Total, ¿quién
no ha visto un sostén y unas tetas en su vida? ¡Nada más les hace falta moverse
por una playa de la isla para que esos moralistas vayan directo a sus infiernos!
Esto
me recuerda al caso del ex-senador Arango. Muchos moralistoides,
lamentablemente criados y apoyados por él, salieron a la carga por la foto en
la que enseñaba su ano mientras posaba como un perro. El ex-senador ni tan
siquiera negó que las fotos fueran de él, pero después prácticamente lo
reconoció al decir que le tendieron una trampa. En ese caso, Arango terminó renunciando
del Senado evadiendo así ser apartado del cargo por asuntos de la ética del
comportamiento. Incluso, había quienes hacían burla o tomaban posición desde la
hetero-normatividad-falocéntrica-machistoide para declarar que el senador tenía
que ser gay por esas fotos.
En fin, aunque
son casos distintos en muchos de sus fundamentos, los dos surgen a raíz de
fotografías y en los dos casos los protagonistas no han decidido, hasta el
momento, hacer una defensa desde la libertad corporal-individual de lo que hacen.
No espero que Gricel dé explicaciones, pues no es necesario, sino que cuestione
la opresión moral que ha llevado a la corporación a cancelarle su contrato.
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