“La clave está en construir
patria,
la clave es construir pueblo,
la clave es construir
independencia nacional.
Sin eso no hay nada.”
Manuel Monereo Pérez (Izquierda Unida, España)
la clave es construir pueblo,
la clave es construir
independencia nacional.
Sin eso no hay nada.”
Manuel Monereo Pérez (Izquierda Unida, España)
I.
El eterno
debate sobre el asunto nacional entre las diversas tradiciones del pensamiento
y la práctica política resulta que, después de haberse declarado veinte veces
muerto, ha resucitado una vez más. Las posibilidades de cambio político, entiéndase
las rupturas de los modelos bipartidistas anquilosados en el sur de Europa,
cómplices de los patrones que devengaron en las múltiples crisis que se viven
por esos lares –y también en estos–, ha abierto las puertas para poner en
cuestión el asunto de la soberanía nacional nuevamente. Por años, y para muchos,
pareció que este era un tema superado, sobretodo en el contexto europeo,
teniendo en cuenta sólo las excepciones de las nacionalidades sin estado. Sin
embargo, el pasado 25 de enero, el triunfo de SYRIZA (Coalición de la Izquierda
Radical) en las adelantadas elecciones legislativas griegas nos da la
posibilidad de examinar ya no sólo la perspectiva teórica, sino más bien cómo
se utiliza el instrumento de la soberanía nacional como mecanismo de negociación
en eso que llamamos la realpolitik.
Hace apenas
un año en los medios corporativos estadounidenses y sus réplicas en San Juan se
resaltaban las similitudes entre los casos de la deuda de Puerto Rico y Grecia.
Resulta que sí podríamos establecer ciertos paralelismos basándonos en tres (3)
criterios que aquí resalto: el papel de subordinación económica-política tanto
en el modelo de la Unión Europea para los países del sur (periferia), como
puede ser el caso de Grecia, y la situación de subordinación colonial para
nuestro caso, la ilegitimidad de parte de la deuda adquirida de forma
irresponsable por gobernantes que presupuesto tras presupuesto recurren al
financiamiento externo y finalmente los ajustes o las llamadas políticas de
austeridad, que como vimos en las décadas de 1980 y 1990 en América Latina, y
como además vemos actualmente en nuestro país y en el sur de Europa, sólo
resultan en la profundización de la pobreza, la inequidad distributiva y en la ampliación
de las diversas crisis.
II.
Ahora bien,
¿estos tres paralelismos –aun pareciendo forzados– nos hacen ser como Grecia?
¿Son nuestras crisis iguales? Bien sabemos que no. Son muchos los factores que
hacen que nuestras respectivas crisis sean particulares a nuestros contextos,
sobre todo cuando nosotros carecemos de las posibilidades que nos da la caja de
herramientas de la soberanía nacional.
He allí el
vínculo con lo que expuse inicialmente en este escrito. Y es que el primer
ministro griego Alexis Tsipras, aun viniendo de una tradición política que
tradicionalmente ha planteado un continuo debate con el asunto nacional, ha
sabido utilizar muy bien este como elemento movilizador del pueblo griego
frente a las políticas de austeridad que se le imponían desde el Banco Central
Europeo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (la llamada troika).
El pasado
20 de febrero, el ministro de finanzas griego, Yannis Varoufakis ha podido
utilizar elementos de esa caja de herramientas que se llama soberanía nacional,
sustentada y nutrida por el pueblo en retaguardia (la nación), para poder
negociar con el Eurogrupo un aplazamiento del rescate a cuatro meses más. Si
mal no recordamos, antes del proceso electoral se especulaba que con SYRIZA,
Grecia caería en el abismo económico pues se vería forzada a salir de la zona
euro. Pues bien, aún por El Pireo no se han aparecido las temidas bestias
apocalípticas. En todo caso, las bestias del miedo han tenido que esconder su
cola –“el miedo ha cambiado de bando”–, porque detrás del gobierno se encuentra
un pueblo que ha sido llamado a recuperar su dignidad nacional ante el continuo
atropello de las potencias centrales europeas y las entidades financieras.
III.
Y me
preguntarán, ¿por qué querer comparar este caso con Puerto Rico? O, ¿por qué
traerlo a colación en estos momentos? Puerto Rico, ante las múltiples crisis
que se viven y antes las que se irán profundizando como consecuencia del
colapso del modelo colonial, necesita de las herramientas de la soberanía que
nos provee la independencia. Nuestro país también se enfrenta y tendrá que
confrontar el problema de la deuda. Cuando uno debe diez, veinte pesos uno se
ve en una posición subordinada frente al otro, pero cuando, como en nuestro
caso, la deuda asciende a más de 70.000 millones, la soberanía nos daría las
herramientas para poder sentarnos con nuestros acreedores y poder determinar
qué y cómo se paga; esto sin tener que someter al pueblo a políticas de
austeridad o medidas impositivas regresivas como se pretende en nuestro caso
con el IVA. Ese ha sido el ejemplo de SYRIZA en Grecia durante estos primeros
meses de gobierno.
En fin,
como jóvenes, entendemos que el Partido Independentista Puertorriqueño, nos
brinda esa posibilidad de recuperar la política en el sentido amplio de la
palabra. Para decirlo de otra forma, como organización hemos sido depositarios
de esa dignidad nacional, para poder no sólo reafirmar una identidad, sino
poder utilizarla como herramienta de la política real, esa en la que se batalla
si queremos seguir en el embudo hacia la crisis permanente en la que nos ahoga
el colonialismo o la superación de dicha condición.