Lo reconozco. Soy y seré un prepa eterno. Hoy, por primera vez, intentando retomar una rutina de estudio en la biblioteca, visité la Biblioteca General José M. Lázaro de la UPR-RP. Me sentí entre a gusto y perdido entre el algaretismo cool de los perros que son ratones de biblioteca, las reuniones en las mesas y los que hablan solos mientras caminan.
Por intuición caminé hasta el fondo del pasillo de entrada. Ahí estaba la Sala de América Latina y el Caribe. Entré y me senté en la computadora con acceso al catálogo digital; muevo el ratón y escribo. No llevaba ni un minuto cuando ya tenía a la bibliotecaria a mi lado. Lo que pensé era un acto de amabilidad y entrega al estudiantado se convirtió en un delirante atropello. Así que en menos de dos minutos ya estaba afuera. Terminé comprendiendo por qué la sala estaba vacía y por qué la hija del ex gobernador lloró el fatídico día que decidió entrar allí.
-¿Qué tú haces aquí?
-Pues estoy haciendo unas búsqueda en el catálogo de algunos libros que me puedan interesar sobre esta temática.
-¿Pero qué tú haces? ¿Qué tu buscas? Eso lo puedes hacer desde tu casa.
Le dije: “Sí, lo sé. Lo que sucede es que aprovechando que decidí venir precisamente a la biblioteca pues lo buscó aquí”.
-¿Pero qué haces? Eso no es así (me quitó el “mouse”). Eso no se busca así, tienes que hacer esto, esto, esto y esto y además no escribas en el catálogo en español. Tienes que escribir en inglés.
-Muchas gracias.
En ese momento pensé que se iría de mi lado y que por fin podría hacer la búsqueda. Pero no. Se quedó allí observándome.
-Así no se hace, te dije. ¿Pero que tú estás buscando? ¿Qué haces aquí?
-Muchas gracias señora. Adiós.
Me levanté, salí a respirar y a caminar.
Ante una sala bibliotecaria vacía, en clausura y con barrera humana incluida, decidí irme al “lobby” del REB en busca de algo de aire y donde pasar la ira; algo así como los pasillos de Chardón en el RUM.
Ante las salas clausuradas y vacías, hubo un “lobby” abierto al conocimiento y debate. Rápido recibí las hojas que reparte el maestro retirado. Hablé con él por unos quince minutos sobre las falacias de la economía sustentable-sostenible, sobre el poder de los Rothchild, sobre las privatizaciones globalizantes, sobre el militarismo, la economía cubana y la crisis del capitalismo global, entre otros temas.
La charla alegró mi tarde. Sus fotocopias son muy parecidas a las que prepara un personaje que solía ver mis en mis primeras visitas a la UAM. Este iba de forma esporádica a repartir sus cuartillas escritas con el flujo de consciencia. Recuerdo aquello de la “república estalinos-laica-etarra-monárquica”. Son aquellos que solemos llamar los “loquitos-genio”. Pero, que en todo caso son aquellos que han recuperado la cordura y han abierto su mente al compartir a través de la lectura, la escritura y la charla. En cambio, la biblioteca de la razón seguirá cerrada por una barrera humana.
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