Hoy por poco me iba de Puerto Rico, pero el destino e Irene me devolvieron a Piñones. Allí, como si de una llegada se tratara, recargué energías para una semana más. ¡Y cuánta energía y sabor!
Un sábado, al mediodía, se pueden escuchar y ver las sonrisas más hermosas del país. Demás está decir que se pueden escuchar las conversaciones más interesantes.
El musicólogo
-Oye, ¿esa estación que tienes puesta es la Z? ¿Tú te acuerdas de cuando Óscar de León le hacía los coros a Daniel Santos? Yo tengo un video de eso. Daniel nació en Trastalleres, en la Calle Aguacate, que todavía está por ahí.
Las maestras retiradas
-Oye, ¿dónde estará Vega Borges?
-Pues… algunos dicen que está de vacaciones (en un crucero), otros que se fue a hacer una cirugía plástica y hay gente que dice que está muy enfermo.
-Yo creo que nosotras le dimos clase en octavo grado.
-Pues tendría que ver las fotos de mis grupos. Las tengo todas y las guardo con mucho cariño.
-Mira pa’llá chica como están esas hormigas bravas ahí. Esas sí que pican; son colarás y bien bravas.
La otra maestra se quedó como si no fuera con ella el asunto. No estaba dispuesta a abandonar el banquito hasta que tuviera asegurada otra silla. Las hormigas, en todo caso, no le picarían. Ella estaba muy segura de ello. Pero en tanto, su compañera, de aquellos años en que el libro de estudios sociales de tercer grado estaba un poquito menos sesgado, tuvo aseguradas dos sillas, se paró como si tuviera un resorte.
-¡Uy fó’ qué peste! Debe de haber un pozo muro por allí.
-Ese es el olor del mangle, riposto la otra.
-¡Uy fó’! ¡Apesta a pozo muro!
En eso, se metió un señor que acompañaba a una señora empecinada en sacarle la crema al coco con el dedo y dijo: “Allí hay una letrina, señora”.
¡Ave María! ¡Qué peste! Cuando nos den las alcapurrias arrancamos.
El señor entremetido y con gafas dijo: “¿Usted no se acuerda de la peste de su juventud?”
La señora se hizo la desentendida.
Los analistas políticos
-Tomy ya le tiró la toalla a Arango. Él siempre le tira la toalla a to’s los malos.
-Sí, esas fotos están brutales. Eso es como el ojo de un huracán. ¡Una cosa grande y pelú’a, diría Susan!
La boba
De repente, vino la vendedora de lotería tradicional.
-¡Viene, viene! ¡Llévate, llévate para el miércoles y para el millón! ¡Traigo la boba, ya llegó la boba!
-Dame cinco pesos de los del millón.
-¡Viene, viene! ¡Pa’l miércoles y pa’l millón! Chequea tus pedazos con la boba.
-Chica pero ven acá, ¿qué es eso de la boba?
-Pues esos son los números premiados. Es la boba porque la lista soy yo. ¡Viene que traigo la boba!
-Mera, chequeame estos pedacitos en la boba.
-¡Ave María! Este billete me lo pidieron, pero no me acuerdo quién fue, dijo esforzándose por recordar dónde había anotado aquel nombre.
Y de repente el niño.
-¡Papi, por favor dame las llaves! ¡A mí no me gustan las alcapurrias! ¡Quiero agua de coco! ¡Ummmm… qué rica está! ¡Señora! ¡Buen provecho!
De repente la señora dijo que se iba. La lista se fue con su boba y su carpeta de billetes encaramada en la cabeza. ¡Maestra del equilibrio se fue culipandeando!
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