1. Por lógica, desde la izquierda que resiste no debemos oponernos a la utilización de fuentes de energía más limpias que la quema de petróleo y carbón --sometiendo siempre a evaluación los costes, el impacto de los residuos y la disponibilidad del recurso--, aunque de todas formas el combustible que pasará por la tubería será un combustible fósil también cuya disponibilidad es muy corta y la previsión de precios elevada. Pero sí debemos indignarnos y oponernos a un proyecto que pretenden usar los capitalistas para preservar un modelo “despilfarrador” y “depredador” de crecimiento y desarrollo basado en el consumo.
2. Queremos fuentes de energía que respondan a las necesidades de Puerto Rico. Que se vinculen a la sencillez y a la sobriedad voluntaria para disminuir el consumo. No queremos un proyecto energético que responda a las exigencias del mercado y sus permanentes exigencias artificiales.
3. El gobierno sostiene que se deben diversificar las fuentes de suministro en dos de sus dimensiones: tanto la del lugar de procedencia, como la fuente en sí misma. Pero nuestro brillante secretario de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) --Miguel Cordero-- ni se le ocurre sugerir como principal agenda la de reducir nuestros niveles de consumo.
4. El gobierno declara una crisis energética –con el propósito de crear espacios desregulados, en los cuales los mercados puedan aprovecharse para buscar máximos beneficios con el dinero público—, que ya es palpable de por sí, pero olvida reclamar la reducción de los niveles de producción y de consumo. En estos espacios de decrecimiento se primará lo social sobre la producción y la competencia; donde prime el reparto del trabajo, lógica olvidada por la “izquierda anémica y el sindicalismo claudicante” en Puerto Rico.
5. Al mismo tiempo que el gobierno de Puerto Rico, dice apostar por la sostenibilidad, apuntándose de paso al capitalismo “verde” (de ahí viene eso de la Vía Verde) se hace nada por transformar las lógicas de transporte en la isla y en la zona metropolitana capitolina. Cada vez más, la gente tras que tienen que trabajar más horas (según la lógica de más trabajo, más producción, más consumo intrínseca al modelo capitalista en sus dos vertientes: regulado y desregulado) tiene que desperdiciar tiempo que pudiera ser dedicado al ocio creativo, a la familia y al descanso, en un carro detenido que continúa quemando combustible. ¿Por qué no por ejemplo, proponer proyectos explorativos de limitación del uso del carro o la delimitación de carriles bici en zonas urbanas? En cambio, Puerto Rico sigue funcionando en la lógica de lo que se conoce como el “Norte Opulento” y por eso se proponen destruir kilómetros de espacios naturales con el fin de que lo capitalistas dispongan del modelo energético que les prolongue su privatización de ganancias, mientras socializan las pérdidas. Por eso construyen el gasoducto e igual por eso, cada 4 años te prometen la construcción de una nueva autopista que dentro de poco, cuando el litro de gasolina cueste de 4 a 5 dólares, nadie querrá usar. Esto con la ilusión óptica de ahorro de unos siete dólares al mes. ¿Por qué tomar tanto prestado del legado a la próxima generación a los y las boricuas por unos $84 anuales? ¿No sería más fácil que cada familia se propusiera disminuir su consumo cada mes un poco más?
Conclusión: Prefiramos decrecer, en este y muchos casos más. Para ahorrar energía, se debe consumir menos y no destruir más…
*Fuentes en las que baso las reflexiones:
En defensa del decrecimiento. Sobre capitalismo, crisis y barbarie y Estado de alarma: Socialismo de casino, izquierda anémica y sindicalismo claudicante; ambos de Carlos Taibo y editados por Los Libros de la Catarata en 2008 y 2011, respectivamente
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