Hoy estuve tocando la guitarra y ensayando algunas canciones a primera hora de la mañana. Eran como las seis, así que los vecinos empezaron a dar golpes en la pared que divide nuestras habitaciones. Paré de ensayar, pero a los quince minutos, fui yo el que tuve que darle golpes a la pared. Gritaban como locos. ¡Buena follada al amanecer! Para ellos auguro una buena mañana; para mí, bastante café y largas horas frente a la máquina de escribir…
Desde que me fui –y vivo en esta pocilga—he escrito algunas canciones y he añadido algunas de mis maestros al repertorio. ¿Te acuerdas de esos fines de semana en que prácticamente no dormíamos? Usábamos mi toca discos para escuchar aquellos LP’s de 45 revoluciones por minuto sentados en el suelo. Tomábamos algunas cervezas y sacaba la pipa del abuelo para fumar un poco de tabaco con sabor a chocolate. Aprovecharé la mañana para escribirte una invitación a mi próxima presentación en el Café La Habana. Cuando te vea notarás temblorosa mi voz, pero es que la canción va así.
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